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Mostrando entradas de 2021

SIN TÍTULO

Intentar ser buena gente a veces pasa duras facturas.   Llevo varios años guardándome entre dientes una mierda infame que supuso para mí el principio de una caída en picado que llega hasta estos días. Confieso que intento olvidarlo, pero un fondo buitre se encarga cada día de recordármela con insistentes llamadas telefónicas. El caso es que ya estoy harto y, a mi hartazgo, se suma que el tipo que propició este daño sale ahora ufano en prensa junto a concejales jactándose de una bondad que no le corresponde. Y me voy a explicar contando la historia entera, que hoy tengo ganas. Llegaban las fiestas bejaranas y, como era costumbre y lo sigue siendo, en la imprenta editábamos un colorido libro de fiestas y ferias que luego sería repartido por toda la ciudad. Estábamos trabajando ya con anunciantes cuando se presentó Chema –voy a llamarle Chema, porque no me parece bonito nombrarle por su apodo– y nos contó a mí y a mi socio su triste situación. Le escuchamos con atención y entendimos que l

UN 6 Y UN 4, LA CARA DE MI RETRATO

Llueve y no soy mejor, el mundo cercano se va barriendo solo y no soy mejor, el individualismo se exacerba a mi alrededor y no soy mejor, la revolución del odio está ahí y no soy mejor… No soy mejor porque no hago nada para que el mundo cercano, el individualismo y la revolución del odio deriven a mejor o a nada, que con la lluvia nunca se sabe… Pero tampoco soy peor si me miro en los otros. Sesenta y cuatro para que me importe menos todo, para que me preocupe solo por lo que considero verdaderamente valorable, para alumbrar un final que está ahí, al fondo, sonriéndome… Un final de las potencias, de las absurdas responsabilidades de lela imposición social, de la verdad a medias –que la verdad entera es la muerte–, de las apariencias, de ese ‘no ser’ que implica el ’ser’ aceptado… En fin, el final de una vida perdida en la búsqueda de ‘la comodidad’, cuando empiezo a entender que una buena vida debe ser incómoda. Ser un viejo canillas blancas incómodo es lo que me mola… Decirle al sober

Carta a la mamina.

Mi querida mamina, ya más de un año sin tus besos, sin tu preciosa mirada y sin tu sonrisa, que eso duele, mi chica, no imaginas cómo duele. Hoy te escribo para ponerte al día de cómo van las cosas, las nuestras y las de todos. Lo más importante es que sepas que tienes una bisnieta nueva que se llama como tú y que ha heredado muchos de tus gestos. Sé lo que te gustaría tenerla en tus brazos y lo imagino con rabia cuando la tengo en los míos, aunque sé que es parte del hermoso tesoro que nos has dejado, y eso me consuela. Mario ya está grandote y muchas veces se acuerda de ti y pregunta, aunque no entiende muy bien que alguien al que quieres y que te quiere desaparezca de pronto. Es muy vivo mi niño, y no es pasión de abuelo, te lo prometo, y siente una atracción especial por los fenómenos naturales y por los barcos. Los demás estamos bien, mi niña. Papá quedó bastante tocado cuando te fuiste, pero luego recuperó y ahora es mi compañero de trabajo, como siempre lo fue. Viene todos los d

Así me entreno a veces...

Cuando no llega el impulso creativo, pero crecen las ganas como hormigas interiores, y hay comezón poética, suelo hacer un ejercicio de ritmo dejándome llevar por la música interior y escribo cosas como ésta:   No lúmela solga, no alún ni merova siquiera, no glame duloso que adile la bluga, no dier, no mesila, no culna moleva.   Si murna la prona se aluma el moebo como las galunas, como el mul deteso, como ruma ampala, como siel ureno.   No culna moleva, que el sico fereno mestiba la humna y ayema el poemo.   Sé fiume acosalo, sé fiume y tusedo que lo fiume ausda…   Ausda en doleno.   … Y me quedo con ese ritmo enganchado en la cabeza hasta que, sin más, todo se torne lúcido y acabe apareciendo algo con sentido, con ritmo y con indicio. Entonces todo fluye.   Pues eso, que así me entreno.  

Carrera literaria

Hace un montón de años me empeñé en hacer carrera literaria, como si eso fuera como pronunciarlo con la boca llena, y aprendí enseguida que esa carrera se hace más por el ‘favor’ que por el ‘valor’, y ya sabéis cómo funciona la cadena de favores, destruyendo la autenticidad y malogrando lo que puedas tener de bueno en tu interior. Pasé aquello como un prurito o una suerte de acné juvenil raro y volví a mi ser yo, un hombre normal en un espacio bellísimo preñadito de seres anodinos. Entonces escribí de verdad, no de lo que molaba, sino de lo que me molaba, sin pensar en editores, ni en premios, ni en críticos, sin pensar en agradar a una o a otra cuadra literaria. ¡Joder!, dejé de existir para el poperío y pasé a ser un lemur raro y endémico de esta Bijarra alejada de cualquier sitio. Eso sí, veía a mis amigos literarios/tos/les subir escalafones a base de humillar en su escritura, intercambiando cromos en saraos culturales y mendigando palabras impresas con esas caritas de ‘lonecesitom

Pajarito

  Pajarito tocaba las castañuelas como los ángeles en aquella corrobla trujillana llena de señoritos mientras corría la comida y la bebida por las mesas. No puedo negar que se estaba bien entre aquella gente y en aquel ambiente, pero afuera eran legión los niños intentado vender cualquier cosita pequeña para sacar unos soles que sumar a los escuálidos ingresos familiares, las caseritas sentadas en las aceras con cestitas de verduras, los que pedían directamente con la mano extendida y la mirada perdida en el infinito. En aquella corrobla trujillana, Pajarito era el bufón, un bufón al que le servían comida y bebida sin parar y al que de vez en cuando le caían unos soles al finalizar sus hermosos castañeteos. Confieso que me sentí mal pensando en el papel de Pajarito, pero ya en la calle me di cuenta de que era un privilegiado, porque cada día hacía lo que le gustaba, que no era otra cosa que tocar canciones con sus castañuelas, y a cambio recibía comida, bebida y algunas monedas. Ya qui

La camarera de Gorfan y el chagga

La camarera del hoteli de Gorfan era etíope y no tenía nada que ver con el chagga del hoteli de Mangola Chini. Era de una belleza extraordinaria y llevaba su negocio con alegría y dedicación, atendiendo a los clientes con tal agrado, que era difícil encontrar mesa a cualquier hora del día. El chagga, por el contrario, era ladino. Ablandaba la voz y el gesto ante los clientes y trataba a voces y con dureza a sus empleados, todo al mismo tiempo. Paseando por los alrededores del lago Eyasi no hacía más que darle vueltas a esas dos actitudes tan diferentes en unos negocios primarios del tercer mundo. El de la camarera de Gorfan era una cabañita de cañas con multitud de mesas rudas y taburetes hechos a mano sin detalle alguno delante de una cocina de leña con estantes llenos de alimentos bien ordenados, y el del chagga era un mostrador viejo, atorado de productos alimenticios rodeados de moscas y un corralón enorme de palos donde los empleados apilaban cajas, botellas, telas y basura sin un

Diez meses sin mi madre

Hoy hace ya diez meses que me falta mi madre y aún no soy capaz de armar el olvido del final para quedarme con el recuerdo dulce y limpio en mi memoria. Lo somatizo en dolores pequeños y múltiples, en sueños cabrones de vez en cuando y en una tremenda sensación de no haber hecho lo correcto, que no hubiera sido otra cosa que ahorrarle los siete meses últimos de sufrimiento constante y acabamiento, de no haber decidido quitarle aquella vida que ya no era vida (¿cobardía quizás?, ¿peso moral?, ¿miedo?… No lo sé). En los últimos días llegué a dejarla durante una hora sin el apoyo del oxígeno que la mantenía viva mientras agrarraba firmemente su mano, pero ella persistió en seguir respirando y yo me ofusqué mientras le hablaba dulcemente a sabiendas de que solo hablaba conmigo mismo. Hoy la sigo echando de menos mientras busco su sonrisa eterna, su constante positividad ante todo y su amor incondicional; sigo recordando aquel ‘canalla’ tan hermoso que me llamó un día cuando, mientras la l

¡Despertad!

Ayer, mientras veía un documental de Greenpace sobre la Antártida, una de las personas que participaban, refiriéndose a una alta reunión de ministros de los países del primer mundo, dijo algo así como: ‘…mientras hablaron de cambio climático y de la necesidad de hacer algo, parecía que todos estaban de acuerdo, hasta que se hizo un silencio y comenzó la política. Entonces el acuerdo se rompió sin más, sin explicaciones de cada voto negativo’. ‘Hasta que comenzó la política…’. Y es que padecemos una casta de políticos infames a nivel global que está sostenida por las grandes compañías, por la banca, por las farmacéuticas, por los sátrapas del petróleo y la pesca a gran escala… Los votamos en un acto de pretendida democracia y jamás sirven a los intereses generales, que siempre debieran ser intereses humanistas, pues tan solo lo hacen en favor de quienes mueven los hilos económicos mientras ‘descartan’ a más de medio mundo y explotan al otro medio. Me parece insultante su desprecio a la

Soy un hedonista feliz

Cada día soy más de la fórmula hedonista de moral que enunció Nicolás de Chamfort y que reza: “Goza y haz gozar, sin hacer daño ni a ti ni a nadie, he aquí toda moral”, y lo soy porque cada día entiendo menos el ‘sacrificio’ personal anudado a los perfiles de sufrimiento, eso del ‘sufro para salvar’ me parece un absurdo propio de quienes pretenden confirmarse –afirmarse– como ‘héroes’. Gozar salvando sería mucho más adecuado, pero, claro, si gozas en el proceso de salvación, lo de ‘héroe’ lo llevas bastante complicado, dado que la heroicidad precisa indefectiblemente del sufrimiento para el gozo. La vida nos pone ante el mundo y nos reclama actitud en el paso. Desde este punto, puedes plantearte se un ‘triste’ y armar tus estrategias como tal, llenándolo todo de seriedad y esfuerzo trabajado (sufrido), intentando así ‘ser’ sin gozo del paso o solo con el gozo del posible reconocimiento a futuro. Por otra parte, puedes plantearte gozar de todo lo que se pone ante tus ojos y hacerlo con

Esas preguntas nuevas, coño.

¿Cuál debe ser la dosis vacunativa contra el afirmacionismo negacionista?, ¿y contra el negacionismo afirmativo ponderado? ¿Qué cepa virulenta es la más indicada para el nepotismo de rebaño? ¿Hay respuestas mitocondriales interactivas capaces de desnublar las mentes de los tertulianos procovidtarras? ¿Por qué se respira mejor en las UCI’s que en el campo abierto? ¿Las terceras olas son de marea alta o de marea baja?… ¿Y las segundas olas? ¿Dios tiene que ver algo en todo esto?… ¿Y Iker Jiménez? ¿El cáncer ya no es para tanto?… ¿Y los infartos?… ¿Los anticuerpos aplanan las curvas o las enderezan?… ¿Y los anticuervos? ¿La asintomaticidad es un bulo o una bula? ¿Cuarentenas de quince días o quincentenas? ¿Cómo se desescala una curva en un estado de alarma con toque de queda y sin crampones? ¿Cuál es la tasa de gel hidroalcohólico para poder conducir sin problema? ¿Se incuba la inmunidad o se sucuba? ¿La nueva normalidad será más de rebaño o menos? ¿Los virólogos son personas normales o s

Tener un Felipe en mi vida...

Tener un Felipe en mi vida es una de las mejores cosas que me han pasado. Con orgullo puedo decir que a mi lado ha crecido hasta hacerse un hombre digno, cabal, completo, sensible siempre con los demás, cariñoso, comprensivo y, sobre todas las cosas, una bellísima persona. Estoy muy orgulloso de mi hijo. Siempre juntos. Pero qué bien conjugaste siempre el verbo 'querer'. Gracias por ello, mi chico.  

Una entrevista que nunca se publicó

Hace un par de años que me llamaron de Madrid para hacerme una entrevista. El periodista que me visitó fue encantador y pasamos una mañana muy agradable. Me entrevistó y me envió esta prueba de la entrevista por si deseaba corregir algo... Y hasta hoy. Nunca supe más. ••• Hablamos por teléfono y me pareció un tipo entrañable –ya estaba avisado de que lo era, pero siempre dudo hasta poder comprobarlo–. La voz un poco oscura, como acatarrada, me invitó a visitarle en su imprenta y no dudé en aceptar su invitación. Concertamos fecha y hora, y ése fue el punto de partida para empaparme de sus escritos y de sus cosas con el fin de llevar preparada una entrevista que no le decepcionase a él y que me colmase a mí. Pasaron los días y juro que, a medida que leía, me iba dando cuenta de que no tendría tiempo suficiente, pues LF es un escritor poliédrico, indefinible y cambiante al que no soy capaz de ubicar en un estilo, en una forma o en una tradición. Leía y leía, y los saltos al vacío eran co