Viaje familiar a Helmántica con objetivos lúdicos y consumistas –lo odio, pero en fin...–. Salí de casa medio mosqueado porque cuando fui a echar gasolina aproveché para recoger en Correos unos libros que le había pedido al amigo Norio. Los abrí hambriento. Aparecieron ante mis ojos «Las aventuras del valeroso soldado Schwejk», de Jaroslav Hasek –un libro al que le tenía unas ganas especiales, pues lo había leído en mis días universitarios gracias a un préstamo de biblioteca y mantengo un vivísimo y grato recuerdo de aquella lectura–; «La amada invencible (80 poemas incurables)», de Fernando Beltrán –del que ya tenía hambre de leer sus nuevas maravillas poéticas– y «La atalaya del primo», de E.T.A. Hoffmann, en edición de Héctor Canal y presentación molona de de «KRK tras 3 letras»... Lo dicho, fue ver los libros y llegar a casa, donde mis chavales ya la tenían montada con el rollo «díagransuperficie». Bajé la cabeza como humillando y a viajar con esa cosilla de que era el primer día q...
Bitácora de Luis Felipe Comendador