Ir al contenido principal

Bucchoo


Me hace gracia ese sentimiento utilitarista de algunos poetas jóvenes –y de otros no tan jóvenes– que les lleva a predicar desde un sentimiento de falso anarquismo creativo que la producción artística no debe ceñirse a leyes arbitrarias (léanse, por ejemplo, las normas ortográficas, las de versificación, las distintas técnicas pictóricas o el rigor del pentagrama). Y a eso lo llaman «libertad» con la boca llena. Pero toda armonía necesita un orden previo, incluso cuando lo que se quiere mostrar es el caos.
De aquí mi cabreo total cuando leo a algunos engoladitos púberes jugando a inventar las vanguardias y creyéndose que en cada paso dado han logrado un descubrimiento vital para la Humanidad... ¡Infelices!... y hay tantos....
No les vendría mal a estos «munchanchinos» leerse el apartado 188 de «Más allá del bien y del mal», del inefable y cabreado Nietzsche. Una joya.

(12:29 horas) La relación con los demás, siempre, es grosera, por ello es absolutamente necesaria la soledad y el crecimiento individual. Dos hombres que se rozan desde la evolución solitaria hacen mucho menos grosero su roce, o por lo menos muestran una «suciedad» mejor elaborada y más llevadera como suciedad social.
Me gustaría tener la suficiente voluntad como para llegar a elaborar un estudio largo y profundo sobre mi idea de la individualidad como valor supremo del hombre en armonía con la naturaleza y en armonía con lo que se denomina el «hombre social». Destruir esa idea de que la individualidad es un valor conservador y troglodita y que, por contra, supone una fuerza inmensa con la que edificar una nueva sociedad más justa y evolucionada en la que el individuo es el mayor valor para la mejor construcción de su entorno. Mi mal es que nunca fui un tipo de voluntad ni de esfuerzo, así que tendré que ir dejando poco a poco mis pinceladas burdas para que juntas intenten conseguir un retrato nebuloso de lo que pienso.

(18:04 horas) Leo una entrevista última a Antonio López y anoto en mi cabeza algunas de sus respuestas: «...En el arte de nuestra época ... no hay ya fe en los grandes conceptos. Soy de esos pintores que trabaja sencillamente a través de las emociones. No confío en nada más. Las ideas, los conceptos, las aportaciones de los otros vienen después. Pero el sentimiento es lo que te hace singularizar una escena...»... el sentimiento y el aprendizaje que procuraron los «grandes conceptos», pues no somos nada sin el bagaje que nos empuja... «...Hay unos cuantos buenos artistas, y no necesariamente españoles, gente de mucho valor, que ha trabajado, gracias a Dios, fuera de lo normativo. Eso creo que no ha pasado en la literatura, pero en las artes plásticas ha explotado todo de una forma tremenda en la búsqueda de nuevos espacios...» ... Desde luego que en la literatura oficializada no ha pasado, pero sí en la periférica. El problema es que el apoyo de la clase dominante no esta por la labor de empujar a los escritores que se atreven con las fronteras... En todo caso, no es razón necesaria la de trabajar fuera de lo normativo para crear con potencia... ¿Antonio López trabaja fuera de lo normativo?...

«... Lo que llamamos la pintura de siempre ha convivido con los nuevos lenguajes que se han ido incorporando. Y éstos han intervenido en nuestro trabajo de una forma extraordinaria. Una ciudad pintada por mí es muy distinta a una vista por Pisarro o Canaletto o Hopper. Todos somos personas de nuestra época... Si no es más que el lenguaje. Estamos contando la misma historia desde la profundidad. Mi generación, por ejemplo, está diciendo las cosas desde una dicción más sombría que la de la gente que viene después... Son la España y el mundo de nuestros días...»... ¿fuera de lo normativo o...?... «Ahora mismo, nos movemos en los terrenos de la incertidumbre. En todo: en el amor, en la religión, en la política. ¿Qué ha sido de las ideologías del siglo XX, tan sólidas en su momento: el comunismo, el fascismo...? Nada. Todo se ha venido abajo. Lo que nos queda son conceptos universales que saltan sobre los dogmas. Eso te lleva a la incertidumbre, a la necesidad de inventar tu propia vida y la libertad. Es extraordinario. ¿No queríamos libertad? Pues esto es. Y merece la pena.»... Conceptos universales que saltan sobre los dogmas... buena frase, Antonio, y merece la pena, claro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj