Pepito Pajares “es lindo de oírle hablar”, serio, católico hasta para montar en taxi, elegante en sus gestos, cariñoso, entregado… me abraza fuerte cada vez que me ve, y también lo hace cuando nos despedimos… “sabe, Lucho –aquí soy Lucho para todo el mundo, y me encanta el nombre–, yo estoy solito desde que se murió mi esposa, hace poquito… y aunque tengo a mis hijitas que me cuidan y me tienen entretenidito corriendo de una casa a otra, pues que la casita se me queda como grande… amigo, y que me tiene para lo que quiera, lo que precise… alguna gestión o llevarle a los lugares que me diga… yo soy ya viejito, le digo, pero para eso valgo aún, que conozco Trujillo a la misma palma y tengo todo el tiempo para servirle humildemente… me preocupa que no tenga sus cigarritos Chester, pero yo le buscaré y le traeré… qué menos puedo hacer por usted, Lucho, que buscarle sus cigarritos a buen precio… los tendrá y los fumará, que usted se lo merece, que Dios le bendiga”… Pasadas unas horas, recibo...