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Mostrando entradas de agosto 13, 2006

Zhao Jingshen

Ayer, a última hora, vinieron a visitarme Mari Sol, Urceloy y su hija Julia –encantadores, como siempre–, como los Reyes Magos, cargados con un delicioso queso de Cabrales y con una botellota de tequila reposado «Mayorazgo» que Mari Sol me ha traído de su periplo mejicano... también traían un recorte de prensa graciosísismo en el que mi libro «El gato sólo quería a Harry» figuraba como el cuarto más vendido en el apartado de poesía durante el mes de agosto –ja, ja, ja....–, nada menos que por delante de Edmond Jabes, Valente y el colega de Cuenca... Para partirse el culo o para darse cuenta de que uno tiene colegas por ahí que le cuelan de mentirijilla en estas listas. Salimos de marcheta corta –estábamos todos derrotaditos– y pillamos cama a la primera excusa. Me acordé un montón de mi Morante –cómo le echo de menos últimamente. (11:30 horas) Murió Hilario Camacho y en mi casa hay otro vacío pequeñito en el que aguardarle. Su recuerdo permanece vivo en mi discoteca breve y en mi álbum

Dai Sijie

Hay cierta urgencia en las vacaciones que elimina su presupuesto de descanso y lo transforma en una alteración nerviosa insufrible para los demás y llena de distorsión para quien las disfruta (?). Digo esto porque cada verano, cada puente, cada día festivo... me toca aguantar a los engendros vacacionales que lo ocupan todo con prisa y descabalan las vidas normales y ordenadas de los que no queremos disfrutarlas nunca –las vacaciones– si no es en clave de sosiego y calma. Béjar es particularmente complicada en este tema, pues cualquier día que se preste para joder a los demás es punto de mira de una enorme cantidad de pijoapartes que te chamuscan la hora del café, que hacen interminables las colas de supermercado, que no dejan un puto aparcamiento a los tipos de diario o que te mandan a casa sin comer el día de tu aniversario, aunque hayas hecho reserva de mesa. A mí me joden especialmente los madrileños, generalmente asilvestrados en los días de vino y rosas, maleducados como ninguno y

Mu Shiying

Ya tengo mi Korando y me encanta... Por fin un auto que sustituye estéticamente a mi fallecido Jeep y en el que me siento un minicapitalista de izquierdas venido a más, el hombre Lacoste que siempre he sido a pesar de que mi cabeza me dictase otra cosa –los prepijos seremos siempre prepijos, es así de triste. Del día, salvo el asombro que me ha causado el que mi colega Jacinto me contase que en el albergue de Llanoalto está alojado un grupo de más de 100 chavales de la OJE... ¡La OJE!... ¿No es mundial de la muerte? Si yo creí que esas siglas habían sido enterrradas con El General, pero parece que la cosa sigue y que han adoptado la bandera constitucional española en sustitución de aquellos yugos y aquellas flechas... Es un flash que me ha dejado ciego. Y también que me han llamado Urceloy y Belén Artuñedo para sacarme una sonrisa fresca, que no todo ha sido perplejidad anonadante. Para celebrarlo, me he repatingado en mi sillón a disfrutar una horita larga del libro molón «Marilyn. ©

Luo Guanzhong

Las borrascas de verano son como esas jóvenes lúbricas que te insultan directamente a la edad mientras caminan frente al asombro de tus ojos... me hacen sentir vivo con su aviso fresquísimo y llaman a las ganas como una fiebre, a las ganas de todo, de todo. Hoy ha llegado por fin mi borrasca de verano, y a eso de las siete me he ido a la calle a mojarme, en chanclas y camiseta, por todo el centro... y empapado he vuelto a sentir aquella sensación de los dicisiete años, cuando en las tormentas arropaba a la chica que me gustaba bajo mi gabardina. Estoy vivo, coño.

Wang Anshi

La capacidad de imaginar es lo que nos hace distintos, que no superiores, y de ella nos llega la suposición o el adelanto mental de los diversos desenlaces, que nos sirve de puta madre para valorar el paso siguiente que hemos de dar. Todo perfecto, pero el problema se nos plantea cuando, olvidado el instinto, caemos en la duda que no nos permite determinar con velocidad. Mientras el animal procesa en clave de instinto y resuelve generalmente en función de parámetros físicos y químicos, el hombre itroduce una variable que da lentitud al proceso por valorar opciones de tiempo que a veces no son muy determinantes para un éxito mantenido... pero sí para un estrepitoso fracaso. Yo, en todo caso, prefiero imaginar, aunque con ello alcance consecuencias de insatisfacción en lo tangible. La ventaja del hombre es que en el imaginario personal puede armarse un mundo ficticio que actúe como láudano del mundo real, consiguiendo en el proceso cierta armonía que nunca podría llegar por una serie enc

Gao Xingjian

Después de un montón de días llenos de trabajo y tensión, hoy hago puente y me siento como vacío. Al salir de casa me he dado una vuelta tranquila por Béjar para ver cómo actúa el nuevo plan circulatorio municipal y sólo me salen quejas que indican una tremenda falta de previsión y de diseño por parte de los munícipes. Lo peor es que han puesto en marcha su jodido experimento cuando más movimiento de personas y automóviles hay en la ciudad estrechísima, sin pensar en ningún momento en que las molestias que le procuran al autóctono y al foráneo son de cabreo absoluto. Sólo se me ocurre que ante la previsión de una debacle electoral en la ciudad, el alcalde y su equipo están entonando un dramático canto de cisne que, para más inri, además de molesto, dejará las arcas vacías a los que vengan. (11:07 horas) Veo en internet que David Torres se acuerda de mí en un artículo sobre la mano izquierda de la empresa Yanko para despedir a sus curritos que ha publicado «El Mundo». «Agradecido... y e

Zang Kejia

Las constantes ausencias de casa por atender a los padres –cada día más largas y en las horas que más apetece estar todos juntos– van minando poco a poco nuestro estado de ánimo y están creando distorsiones que probablemente tengamos que pagar con los años –me refiero a los hijos–. Yo creo que estamos aún en tiempo de pillar la razón y acomodar la vida –nuestra vida– con cierta lógica que no nos lleve al aborrecimiento. No sé cómo poner solución, aunque percibo que no debo ser yo quien intervenga en este asunto, pero se acerca el final del verano y todo puede complicarse hasta las lágrimas con la vuelta al trabajo y con los críos otra vez en el colegio y con todos los horarios cambiados. Mi solución –la que veo más viable– pasa por contratar a alguien y cambiar tiempo personal y tranquilidad por dinero, pero no sé si esta posibilidad convocaría la volutad de todos... En todo caso creo que es tiempo de hablar con calma para preparar el invierno, y hablar en términos prácticos y no de a