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Mostrando entradas de octubre 7, 2007

De 19 a 49.

Con 19 años todo era atractivo a la mirada, el mundo estaba poblado de caminos abiertos por hollar y la vida se presentaba franca y dispuesta para tomarla y vivirla… Ya con 49 años, todo ha tomado la pátina de la decepción y sólo el estado de búsqueda puede hacerme permanecer fresco y atado a una vida que aún puede guardarme un puntito de luz y sorpresa si me empeño en ello. Mientras que con 19 años no importaban las palabras como ‘valor’ tangible de lo vivido y de lo por vivir, con 49 años se han hecho herramienta imprescindible para intentar engañarme en el asunto de que mi vida es pura supervivencia. Ahora no importa tanto lo que quiero decir [antes era siempre lo fundamental: gritar aunque no supiera cómo hacerlo] como de qué forma decirlo [ahí tienes preclaro el personal asunto deconstructivo traído de Derrida al que me refería hace unos días, amigo anónimo que no entendías]. Necesito que mis palabras acoten, se cierren lo más ajustadamente posible al concepto que quiero expresar…

La poesía no solo exige palabras.

Decía Brodsky en su poema ‘fin de una época maravillosa’ que “la poesía exige palabras” [por cierto, que nunca he dicho que el título de este poema me trae siempre a la cabeza el último libro de mi amigacho Abraham Gragera, ‘adiós a la época de los grandes caracteres’… algo tendrá que ver, aunque sea subliminalmente, un título con el otro, ya que mi Abraham adora a Brodsky –fue él quien me lo descubrió–], y yo no estoy del todo de acuerdo, como siempre [soy un jodido culo de mal asiento], porque hay una poesía de apellido ‘concreta’ que, a pesar de que agrupa a miles de estafadores plásticos y a cienmiles de poetas fallidos, tiene representantes vivos y muertos que le dan auténtico y sólido valor a ese apellido [cito sin ir más lejos al gran Antonio Gómez]… pero no venía la cosa por ahí, que mi intención era explicar que existe una fase perceptiva que se une a otra fase poetizadora y queda en la cabeza hasta lograr hacerse mirada o gesto… y tal situación es auténticamente poética sin

Savonarola in route (II) hacia/desde Gredos

Hay en estos tiempos modernos cierta aficion gárrula y adinerada de comprar las voluntades de la gente, de alquilar sometimiento, de pagar humillación por horas y de sicarizar por unas tristes y miserables monedas. Y lo digo porque presiento cerca ese hacer y ese intentar. En fin, que ya voy mayor como para no saber sujetar este tipo de arquitecturas mentales tan propias de los tipos decadentes. Pero también en estos tiempos quedan personas sensibles que saben darle valor a lo que afecta al hombre espiritual, diferenciando las cosas y los poderes ficticios de lo realmente importante. Una de esas personas hermosas por donde se las mire es Alexandra Botto, y la traigo aquí ahora porque acabo de recibir un paquetote de libros desde su Seguin texano. Anoto títulos y autores, todos pertenecientes al grupo poético que lidera Alexandra en México y editados en la colección Diáfora: • ‘Cicatriz sin orilla’, de Óscar Efraín Herrera. “El ritmo que me hace y me deshace deja cada mañana en mi cabez