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Mostrando entradas de febrero 15, 2009

Fueron las diminutas braguitas negras.

21 de febrero de 2009 El tipo que comía con su familia no cayó en la cuenta hasta que las tuvo en sus narices... el bebé lanzó al suelo su juguetito y la camarera corrió a recogerlo mientras el tipo que comía con su familia comenzaba el gesto de agacharse... no sé qué sucedió, pues el mostrador que separa el comedor de la zona de bar me impidió verlo todo, pero vi perfectamente cómo ambos se agachaban, desapareciendo tras la barra, y volvieron a aparecer en un instante... el tipo con cara de agradecimiento y la camarera con una sonrisa hermosa... desde ese instante, el tipo no le quitó ojo a la camarera, sobre todo cuando doblaba su cintura o intentaba estirarse para servir los platos de las mesas aledañas. Yo me quedé enganchado a la situación y la seguí durante diez minutos... de pronto, coincidiendo justo con un instante de silencio, escuché cómo la mujer que se sentaba frente al tipo –enseguida imaginé que era su esposa–, le decía enfadada que por qué miraba con tanto descaro a la

Soy los pasos que vacían tus huellas.

20 de febrero de 2009 Lubrica el sendero con el sudor temprano y deja un rastro de manzanas amarillas que me sirva de brújula... luego échate la siesta de los días de agosto, mientras sube el perfume de las flores repuestas por el agua caída hasta donde la turba ha aprendido a elevarse. No arriesgues buscando dimensiones, déjame a mí ese trámite, que aprendí la cadencia del reloj y sé sus torceduras y sus restos. Lubrica el sendero con la crema de tu labio superior cuando busca desdén y solo encuentra tórtolas heridas o muchachos, lubrícalo tumbada, medio herida de muerte, como apaisada en la próxima carta. Miro por la claraboya del techo raso cómo saltan las últimas carpas del día... son doradas y espejan hasta el punto de verme en su arco irisado. Soy un uno, un uno blando que acaba de contarse justo cuando se empieza... mis talones son unos doblados por su centro; mis piernas secas, unos corvados, zambos; mi sexo, un uno restándose o reptando; mi vientre, un uno enteco; mi pecho, un

En ruta.

19 de febrero de 2009 Tramité el viaje a Pucela sin demasiadas ganas y con las ideas poco claras sobre lo que tenía que hacer y decir [últimamente, la lucidez no es mi fuerte]. Recogí de camino a Fabio y la ida se hizo cortita gracias a la conversación de mi colega, que es un gran tipo y acompaña de maravilla. Ya en Pucela, nos acercamos al Hotel Meliá Recoletos, donde habíamos quedado con la organización, llamé a Pilar Celma, que era mi contacto en el asunto, y, mientras la esperábamos tomando un cafetín, Fabio me hizo unas fotos para la cubierta de la nueva edición de “No pasa nada si a mí no me pasa nada”. Pilar Celma llegó enseguida y, muy amable, reunió al grupo para salir hasta la Facultad de Filosofía y Letras, en cuya sala de grados tendría lugar la mesa redonda. Después de las presentaciones de rigor y un ratito de charla [el mundo es un pañuelo, pues Fernando Menéndez recordaba perfectamente a Fernando R. de la Flor, el padre de Fabio, de su época universitaria... y Pilar ten

Viaje a Pucela.

No tengo uno de mis mejores días, no estoy finito, no estoy alegre, me faltan cosas, necesito a gente que no está... pero tengo que marchar a Pucela para hablar de aforismos. Me acompañará el gran Fabiete y seguro que me sube el ánimo. Mañana os cuento. * Dejo aquí la noticia de "El Norte Castilla" aparecida hoy.

Celebración del día de Cheikh Amadou Bamba en El Espinar

Llegó Youssouph emocionado con una colección de fotos de la celebración del día de Cheikh Amadou Bamba en El Espinar. Había viajado hasta allí junto a Sandra para celebrar con sus amigos africanos ese día dedicado al fundador del Mourisdismo e intentar acercarse a sus orígenes compartiendo oraciones y alimentos. Dejo aquí las imágenes del día y envío un saludo a mis amigos senegaleses Alpha y Chej, que andaban por allí de celebración junto a mi chico.

Desahucio de mí.

15 de febrero de 2009 Cuando me siento mal, cuando todo me falla y mi pequeño mundo se estremece, siento un primer impulso de necesidad del otro, de ojos que me comprendan y me animen, de brazos que me sujeten y aminoren el daño... luego, cuando tramito el daño y lo esqueleto, cuando lo extiendo en la mesa de planos, veo con claridad que me equivoco en ese primer impulso, que solo me necesito a mí, que me basto y me sobro, que fiarme del otro me hace siempre mucho más vulnerable de lo que ya lo era. Tomo entonces mi estado de ánimo y lo zarandeo, lo tuerzo, lo retuerzo y peleo con él hasta que el aliento lo permite. Dejo pasar unos días. Silencio y tensión contenida. Y vuelvo a ser lo que debo ser, sin más. Llevo así una temporadita... y lucho por salir, estoy luchando, a pesar de los golpes continuos y mantenidos, a pesar de las deserciones y algunas miradas hoscas, a pesar de que todo lo atado se desata por momentos y me deja pendiendo de débiles hilos. Dejé de lado durante estos día