24 de abril de 2009 Permanece como parada la Cruz del Sur, como una bombillita clavada en el estómago del cielo... “Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca / debes rogar que el viaje sea largo, / lleno de peripecias, lleno de experiencias...”... tú miras los lunares que te surten la piel como un rastro del cuerpo y piensas en el orden de todo lo incorrecto, de todo lo inestable, como si no fuera un caos... “... No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, / ni la cólera del airado Posidón. / Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta / si tu pensamiento es elevado, si una exquisita / emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo...”... resumes cada instante en la cuenca sin río de tus manos y miras al futuro como sin ganas, como si fueras a la ceniza... “... Los lestrigones y los cíclopes / y el feroz Posidón no podrán encontrarte / si tú no los llevas ya dentro, en tu alma, / si tu alma no los conjura ante ti...” ... al fin y al cabo, el mundo empieza si lo nombras, y no hay catón...
Bitácora de Luis Felipe Comendador