Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo 4, 2008

Comerte con los ojos.

Hoy dejo aquí uno de los poemas nuevos [que son raros de cojones por forma y contenido] que van conformando una unidad que quizás termine titulando “Hartazgo y hambre”. La historia está pensada como un camino entre onírico y carnal por el deseo. Os dejo esta tapita para ver cómo reaccionáis, que seguro va a servirme para centrarlo todo un poco [advierto que busco plasticidad, cierta impronta de morbo y una música rara]. COMERTE CON LOS OJOS Comerte con los ojos porque me están saliendo los dientes de leche y aún no son cuchillos, pero son incisivos y alumbran el marfil del proboscídeo que voy a ser en poco tiempo, ese proyecto anfibio que abre sendas y no sabe cerrarlas, que pasta en los paisajes de la carne siendo herbívoro y amo de su huella. Comerte con los ojos porque hay hambre y los pastos escasean por la falta de lluvias, porque hay necesidad y aún me resta energía en estos músculos ciegos que son como pistones o murciélagos. Comerte con los ojos porque hay un no sé qué de acant

La libertina muestra sus nalgas blancas...

Últimamente trabajo mis poemas con indiferencia y con desgana, fiando solo el curro a la maña conseguida con los años, a la pericia tomada del ingente montón de horas que ya le llevo echadas al trasunto poético. Sé lo que quiero decir y la forma se presenta sola, sin apenas trabajar en la elaboración por mi parte. Estoy tan trabado en mi ritmo natural y en mi medida, que hasta la prosa me sale pautada en múltiples ocasiones. Lo que no sé es si tal indiferencia es indicativo de que debo dejar de escribir, de que algo se ha agotado y debo detenerme para procesar el estado de mi absurdo creativo. A todo ello se suma también cierto asco por lo que me rodea y hasta por mí mismo, que se une a unas tremendas ganas de desaparecer de este lugar que ocupo [en el que soy señalado y señalo, jugando al tonto juego de los estigmas] y buscarme desconocido en otro espacio. Tengo claro que al día de hoy estoy perfectamente retratado en mi obra y que no quedan ya resquicios de los que hablar, resquicios

Otro susto.

Youssouph me llamó apresurado y con un puntito de temor en su voz: “Felipe, estoy en La Caixa con la policía, tienes que venir pronto…”. Yo salí como alma que lleva el Diablo, muy preocupado por mi chico, al que le queda nada para tener sus papeles en la mano. Cuando llegué a la Plaza de España había varios policías de uniforme con dos coches reglamentarios y tres o cuatro de paisano rodeando a mi chico, que parecía tranquilo ante la situación [estaban también Juanito y mi padre]. Me dirigí al policía de paisano que parecía el de más graduación e intenté explicarle que yo soy el responsable de You, pero me cortó con un seco “usted no diga nada, que yo sé lo que tengo que hacer”, y metió a mi You en uno de los coches no oficiales y se marchó con él. Charlé con Juanito y acordamos que él iría hasta la comisaría para estar cerca del chaval y que yo movería mis palos para librarle lo antes posible del apretón. No contaré a quién llamé porque no es de recibo [queda en el espacio privado de

Tropiezo y recuerdo que aún no aprendí a caer…

Llegan días de caderas marcadas y piernas infinitas en las que reposar del tedio de los números, días de sudor y luz insoportable, de caliente humedad. Lo estival se avecina con su carga hermosísima de piel y de volúmenes… y para poner un velito de olvido en la piel arrugada y en los ojos llorosos. Yo confieso que me encanta volver a poder disfrutar de la mirada a los cuerpos femeninos despojados de pétalos y hojas, verlos casi en su ser, sugeridos al punto bajo telas vaporosas y transparentes. Y es que sé que de la vida queda el gusto de las formas moviéndose y la imaginación que las lleva al valor de humedad. No, aún no soy un viejo verde, pues tal gusto por lo femenino no es de hoy ni de ayer, que ya a mis doce años sentía las mismas emociones y mostraba los mismos procesos bioquímicos en mi cuerpo. Hay que gozar mientras se pueda, y gozar no pertenece solo al mundo del tacto, que los demás sentidos conjugados logran altos estadios de placer. ••• Acuso recibo de la lujosa edición de

La lunática...

NUEVO DISCO DE JESÚS MÁRQUEZ QUE RECOGE POEMAS DE ANTONIO ORIHUELA, JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, DANIEL MACÍAS, SANTIAGO G. VALVERDE, INMA LUNA, ELADIO HORTA Y LUIS FELIPE COMENDADOR. ES UNA PRODUCCIÓN DE «EMI» Y «EL PESCADOR DE ESTRELLAS» EDITADA Y DIRIGIDA POR PACO ORTEGA. PUEDES ADQUIRIRLO YA EN TU TIENDA DE DISCOS. La lunática orinaba esta mañana en los soportales de la Plaza Mayor con la falda levantada y sus bragas color carne agrilladas en los tobillos. El chorro sonaba potente mientras soltaba su perorata como otro chorro par: “Sabéis que lo sé todo, sé quién entra a misa y para qué, sé quién se tira a la gorda Saturnina, sé quién roba con corbata y quién lo hace por hambre, y tengo una lista con los nombres de todos, y también con los apellidos, y con los nombres de sus abuelos y de sus abuelas; sé por el olfato si has comido o si vas a hacerlo pronto, sé a quién debo hacerle una fotografía levantando mi falda, sé que vais a morir todos y yo me reiré e iré hasta vuestras tumbas para r

La vida sigue al mismo ritmo que la muerte.

Van cayendo los días y también van cayendo las empresas al amor de esta jodida crisis. Esta mañana, sin ir más lejos, se me torcía el desayuno al saber que dos empresas fuertes de la ciudad me habían devuelto pagarés por cantidades importantes [una lo había hecho por quiebra y la otra por suspensión de pagos], lo que me dejaba con el culo al aire y con esa sensación agria de que no está en mi mano solución alguna. La cosa está en dejarme llevar y esperar a que los sucesos se tornen favorables antes de que la situación se torne insostenible… vamos, apretar el culo y aguantar el tipo para ver si los políticos toman las decisiones justas para que volvamos a tomar las riendas de la situación. Ya veremos. Y por lo demás, pues nada, que la vida sigue al mismo ritmo que la muerte, y la primavera alumbra colores que conforman un decorado que rechina justo detrás del teatro de los hombres. Y que debo acordarme de las visitas y el afecto de mis amigos durante los últimos días [la marcha de Magda

Una carta sin dirección conocida.

Mi querida Magdalena: Salí ayer con mi gente –que siempre fue la tuya– para ver cómo era el mundo sin ti, y todo sigue igual… los arroyos trepando por las piedras, los caminos preñados de flores pequeñas y nuevas, las abejas zumbando, los árboles lascivos rebañando sus yemas, las casas dando sombra, los perros olisqueando y presintiendo a las hembras, los hombres sonriendo, los coches como flechas lanzadas a una nada imposible, Guillermo trajinando con su patinete viejo, una anciana sentada al sol en una huerta, calor, sudor, brisa… Todo sigue igual sin ti, Madita, como la haría sin mí o sin los otros, aunque quizás la vida parece hoy más ociosa y tus hijas están acumulando algo de tiempo para ellas –que ya lo venían necesitando–. En tu casa no ha cambiado casi nada… bueno, tu retrato sí, que ha tomado el lugar que ocupaba el Cristo de Cabrera por orden expresa de Ángel… y tus cosas, que se han puesto a orear en el balcón para volver a ocupar luego su sitio de siempre. Ángel está relat