Te invito a desayunar, le dije, y se quedó perplejo, como si no entendiera que un tipo como yo, caucásico y primermundero, se acercasé a él sin conocerle y le ofreciera un café con churros. Aceptó con una sonrisa y su cara de hambre troco en satisfacción. Yo pedí un café con leche y un par de churros y él hizo un gesto con la cabeza para pedir lo mismo. Le indiqué al camerero que le sirviera dos porras y volvió a sonreírme. Tardó un par de minutos en beberse el café y envolvió las dos porras con unas servilletas. – Muchas gracias, señor. Yo las llevo a la casa si a usted no le parece mal. Mi esposa no ha comido nada desde ayer por la mañana, solo comió la niña un huevito al mediodía y un vasito de leche por la noche. Les llevo las porritas para que se las coman. Van a ponerse bien felices. Mientras hablaba, el camarero puso sobre la barra una tortilla de papatas recién hecha. Le pedí que hiciera tres bocadillos de aquella tortilla y que me los preparase para llevar. El hombre so...
Bitácora de Luis Felipe Comendador