Una complicada neumonía de Ángel me llevó anoche a la sala de espera de urgencias del Hospital Clínico helmántico para pasar un tiempo intenso y agobiado entre un montón de gente con cara de preocupación y agotamiento. El olor era nauseabundo [baste decir que hay dos baños individuales en la misma sala de espera en la que se acumumalaban como mejor podían entre cincuenta y setenta personas, que las conté, que utilizaban esos baños con frecuencia]. El trámite lento de las pruebas y el continuo llegar de ambulancias con nuevos pacientes hacía que la previsión de la noche fuera larga, así que me lo tomé con calma, ya que no me dejaban estar al lado de Ángel y solo tenía que esperar a que avisasen por megafonía gritando: “¡Familiares de Ángel García, sala polivalente!”. Así que me dediqué al delicioso trabajo de observación y a salir de vez en cuando a fumarme un cigarrito al raso salmantino [hacía un frío importante]. El colectivo ‘urgente’ era realmente misceláneo... una recua de gitan...
Bitácora de Luis Felipe Comendador