A esta pequeña rapaz la pillé ayer en el viejo jardín del Casino de Béjar (llamado 'de los señores'). Hay un desencanto generalizado del hombre hacia quienes le gobiernan, un desencanto que ya está extendido a toda la humanidad, y todo por culpa de la ideología imperante, que se niega a sí misma como tal y que nos quiere hacer creer que ya no es tiempo para ideologías (las ideologías nacen y crecen por la necesidad del hombre de crear sociedades perfectas -utópicas- en organización y en resultados para todos los individuos). Pero las ideologías son absolutamente necesarias para las comunidades humanas, pues desde ellas se pueden proyectar los sueños comunes, con ellas se pueden colmar las aspiraciones y en ellas siempre flota una esperanza de futuro. Así las cosas, con un poder imperante que niega lo ideológico y fragua su negación en el poder absoluto y absolutista de la economía de mercado, debemos comenzar a preguntarnos cómo reencontrarnos con nuevos biotopos ideológic...