Hay un sentido de la posesión que no me gusta nada, porque lleva bajeza a su lado y contiene desprecio. Quien lo tiene, no es capaz de discernir sobre otra cosa que no sea lo suyo, sus sentimientos, sus cosas… y siempre en clave de afección –y también con una jodida carga de afectación– [es una posesión que confunde el puro egoísmo con el amor, pues incide consciente e inconscientemente en el que posee, otorgando solo ‘valor’ en la medida en que a él le afecta]. Existe sentimiento de amor o no existe [nunca hay menos amor o más amor] y existe un egoísmo que siempre se tramita en posesivo singular. Quien quiere de verdad nunca utiliza los artilugios de la cantidad, entre otras cosas porque no los necesita, y no los necesita porque sabe en lo más profundo que administrarlos junto al amor –me sigo refiriendo a los artilugios lingüísticos de cantidad– es ruin y te hace despreciable. Se quiere o no se quiere, y siempre con todas las consecuencias. Durante estos dos últimos días –tristes y d...
Bitácora de Luis Felipe Comendador