Ir al contenido principal

Bebe hasta saciarte.


El destino como infección o como escarcha, como discurso o cauce, como lumbre, como una calle estrecha que acaba vomitando en una plaza abierta que no entra en los ojos. El destino como tabaco rubio y charcos, como fascinación o isla, como norte o desnorte inestable, como barca. Solo un puñado de suicidas podrán sobrevivir a sus cláusulas.
Y en los “Tristes” de Ovidio la musa licenciosa ya no sabe turbar porque se vuelve hostil, y hay una perplejidad que zarandea mientras se cierran las puertas de la muerte y no quedan poemas en un metro patrio, pues el talento se agota. ¿Qué puede ser lo fallido?… La imprenta abre su boca y la penetro con los hombros caídos. Las máquinas del fondo me saludan y gestionan la tinta en su herrería. Me detengo en el entreluz y miro sobre el ruido [tipiclac, tipiclac, tipiclac, tipiclac] como buscando un resquicio de luz. Se está bruzando y huele a gasolina reciente. No tengo demasiado que hacer y me dedico a tocar toda la cacharrería: los tipos grandes de madera en el quinto cajón del chivalete, el componedor de hierro fundido y resorte de cierre de metal dorado, las galeras tranquilas sobre el mostrador, los rodillos goteando en el lavadero, las cuchillas de repuesto de la guillotina pendientes de afilar y apoyadas sobre la pared, las resmas de papel esperando a mancharse, la plegadora quieta. Tipiclac, tipiclac, tipiclac, tipiclac… sigue el bruzado rápido y hay restos de cola sobre el suelo… me entristezco y huyo hasta la maquinaria de última generación, toda detenida [aunque manteniendo su temperatura por encima de los 17 grados], el CTP en stand bye, las Xerox esperando a que alguien les envíe trabajo vía Rip, los plotter’s en suspenso y sin corriente, las CPU’s en descanso y las cuatro pantallas de las computadoras encendidas con su serie de imágenes de protección proyectando un submundo de paisajes virtuales made in Mac. Solo Youssouph trajina en la red buscando imágenes y datos de Ibel para el proyecto de su escuela senegala, sonriendo y hablando del Barça como con miedo a no poder celebrar nada este año que no sea el final de sus papeles.
Trajino entre mis libros y enredo un rato entre las páginas de “El ser y la nada” de Sartre, pero me aburro enseguida y vuelvo a tararear: tipiclac, tipiclac, tipiclac, tipiclac, y me levanto y miro y me vuelvo a sentar y me fumo un cigarro e intento concentrarme en ese pensamiento abstracto que tanto me ayuda en estos días.
Fracasa conmigo y pon tu mano en el mentón, mastica y resiste y fracasa conmigo, pero no te me quedes adentro ni me niegues. Hagamos un disparate y apuremos la sonrisa que nos queda, hartémonos de olvido y resolvamos una mirada pícara y un desmayo. Es cansado, sí, pero no importa ahora que duela el músculo, que debemos quedarnos con cada una de las sensaciones de ahora, y hacerlas latir como una eternidad.
Me baño… báñate conmigo. Me miro… mírame. Me quedo quieto… ponme la ropa. Salgo al mundo… sígueme con los ojos. Me detengo… pósate sobre mí. Sonrío… abre la boca. Lloro… bebe hasta saciarte.

Comentarios

  1. Te baño, te miro, te visto, te guardo, me poso en ti, sonrío... enajenante primavera.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj