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Mostrando entradas de julio 16, 2006

Ba Jin

Es curioso cómo vamos huyendo de nuestra independencia personal para buascar en los demás los apoyos para lo que consideramos nuestras carencias. Pasamos del hombre individual al colectivo con la estupendísima idea de buscar el beneficio de la fuerza común, y no nos damos cuenta de que en ese viaje hemos de pasar por la dureza de la sumisión al otro, a ese otro que tiene la capacidad de dominarnos precisamente porque le mostramos nuestra debilidad. Toda solución posible contra este mal endémico pasa por trabajar en la autoafirmación y hacerse fuerte en ella. De aquí que me parezca muy interesante faltar de vez en cuando a las leyes que nos resulten absurdas por más que sean aceptadas por el común de la gente o porque estén creadas con parámetros de percentiles sociales.

Tu Fu

«Dieciochodejulio». No me da la puñetera gana de olvidarme de esta fecha, coño, porque sigue siendo el símbolo (ahora en voz baja) de los perversos unidos bajo unas siglas tan poco acertadas como «PP» (Partido Popular). Me gustaría que el partido que giobierna actualmente nuestro país consiguiese una buena desaparición de ETA para poder ver con mis ojos cómo se troncha esa fiambrera atómica que es la unidad de la derecha/ultraderecha española. Ya estoy viendo una guerra a muerte entre católicos radicales, ultraconservadores integristas, frentes diversos de mano tiesa y boina con borleta, caballeritos de Cristo Rey, racistas del pulcro sepulcro y otras lindezas ultrapolíticorreligiosas. Lo adivino en el horizonte como un sol tranquilo como adivino mi sonrisa para ese entonces. No me da la puñetera gana de olvidarme de esta fecha porque no puedo olvidarme de mi abuelo Felipe, ni de mi abuela Antonia, ni de mi madre, ni de tantos olvidados que sufrieron los caprichos guerreros de tantos f

Taigui

Hace un calor Faulkner y me pican las canillas cuando pasa la media tarde. El cuerpo pide ducha y el alma miradas desde una sombra dulce, miradas lascivas sin otro fin que el de sentir cómo una estética corre por dentro. En días como éste me encanta escuchar la música de Jack Johnson e imaginarme el protagonista masculino de «La gata sobre el tejado de zinc caliente», con una copa en la mano y un conflicto sin resolver... Sin más, soy consciente de que ya sólo soy para la mirada y que con ella gozo y en ella me sublimo.

Kaoru

Turismo cultural a todo trapo, reencuentro con colegas entrañables, estómago revuelto, hartura de coche y gasolina, razón para dormir y unos cigarros. El jueves viajé a Segovia gracias a Juanito, pues mi Tacuma anda en trance de muerte por un no sé qué de su árbol de levas. Viaje de los de antes, charlando, imaginando proyectos tan cuerdos como locos, subiéndonos los grados de moral al lugar que se debe. Segovia es deliciosa, un lujo que me llevo perdiendo desde hace la friolera de 36 años, que es justo el tiempo que hacía que no viajaba allí. Una ciudad de lumbre para respirar y transportarse, bien trazada y bien guardada en general –mejor que la Salamanca del zoquete Lanzarote–, respetando hasta las panzas de las viejas casas sometidas a la cirujía de lo nuevo. Allí estaba Ignacio Sanz, con su cara de siempre, con su afecto de siempre, con esa voz hermosa y embrujatrice que podría llevar a la mujer más difícil hasta el catre más fiero –qué envidia de voz, Ignacio–. Estaba en su talle