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Mostrando entradas de mayo 11, 2008

Dándole mil vueltas, le hago una oferta a Antonio Gutiérrez Turrión.

Hay cierta historia en la pereza física que me hace potente en el terreno del pensamiento. Cuanto menos camino, cuanto menos me muevo, cuanto menos salgo… siento con más intensidad el baile de las ideas en mi cabeza y me percibo más capaz en los terrenos de la indagación y la comprensión. Veo con admiración lejana cómo el amigo Antonio G. Turrión sale al campo con hambre y se trae el camino hasta las palabras, mezclando el bucolismo con la presentación serena de otras ideas con brillo y amasando la impresión del camino con la expresión ideológica o incluso con la mirada clarividente al mundo que excede al camino. Lo veo con admiración, sí, pero también me incomoda, pues la mayoría de las veces es como si me sobrase el paisaje para conseguir encontrar la intensidad de sus pensamientos, y entonces la lectura toma tintes complejos de explicar que la hacen algo tediosa a mis ojos. El caso es que me gusta mucho lo que escribe Antonio y siento cada día la necesidad urgente de entrar en su bl

Madrugón con viejas fotos rechulas.

Tuve que madrugar bastante esta mañana para acompañar a mi Guillermo hasta el autobús que lo llevaría de excursión a Toledo, así que estoy sentado en mi silla de trabajo a esta hora [son las 7:05 a.m.] y solo se me ocurre sacar librotes del estante de arte y mirar cuadros con envidia vespertina [tengo en las manos un librito sobre Hannah Höch y un catálogo grandote con la magnífica obra de Gustave Courbet]. Mi problema con la pintura es que me pone la mente loca y me entran siempre unas ganas enormes de pillar papelotes y mancharme/mancharlos de tinta y de ceras. El problema mayor es que tengo el trazo fácil, pero no lo trabajo con voluntad… y el problema insuperable es que, cuando empiezo a pintar, se solapan cientos de ideas que terminan por dejarme agotado y con una cabrona sensación de fracaso. El caso es que nunca sé rematar un cuadro con satisfacción [tampoco sé volver a él para insistir, por lo que todo queda en una mala aforística plástica que no sé si me sirve para algo]. Hann

Pensalientos.

• Siento un miedo terrible a terminar creyendo en algo, pues creer es darse por derrotado, claudicar. • La definición ata de tal forma que termina destruyendo la idea, por eso huyo de todo lo definido… también de lo definitivo. • Intentar es mucho más edificante que hacer, porque hay más fracaso en el intento que en el hecho, y también hay cierta predisposición a no acabar lo que se intenta. • No quiero soluciones, solo quiero problemas en los que buscar. • La novela es tan mediocre como el mismo hombre, y lo es porque no busca trascender ni elevar, solo describe como lo hace la cabeza del más primario de los hombres. La poesía es otra cosa [la poesía buena, claro]. Hace años que no leo novelas. • Sí, lo mejor que tengo es rapidez… eso y una capacidad casi alucinatoria de ver los vértices de mis ideas. Desarrollarlo todo debe quedar para otras genéticas. ••• Y a las siete me senté a mirar los cuadros lúbricos de Balthus y a morirme de envidia y de ganas de pintar. Y también a buscar a