Un rayo que no pesa zumbando en el mentón (¿o era un rayo que no cesa?). La Gradisca mirándome indecente desde los soportales. Un infinito extraño en las caderas y esta falta de ti – o de mí– en todo lo que tengo. La vida es un proyecto para nada , me digo, porque al fin y al cabo me puedo decir lo que me dé la gana. Me faltas , me digo, aunque no sé quién eres ni sé quién soy , me digo. Lombardas en el peso de la tienda de arriba –un toque de color siempre es prudente–. La cadera en su sitio y el hombro recordándome que es hombro. ¿Me hipnotizó Mandrake? No sé. Watanabe en la mesa y ese prohibido el paso color rojo en el rincón. La miseria con ojos, los parajes cercanos hechos de canas nuevas. Me engañan y lo sé, pero no importa. Soy un hombre tranquilo bastante Graham Green, pero no rezo. Me asusta no ser yo y tampoco importa. The Deleter es Dios en esta historia –y en todas las demás–. Gorgias con su epidíptica es a...
Bitácora de Luis Felipe Comendador