Es fácil dejarse estar sin querer ser consciente de lo que sucede, aislarse en una vida anodina y tirar adelante con los mimbres precisos que te aíslen de todo, mirar esa lujuria de oro de los príncipes de la Iglesia, cómo gastan y cómo hablan de dar mientras retienen, de conservar [que es de lo único que saben dar ejemplo, de conservar lo suyo]... Hoy, en mi singanas, le escuché a Ángel decir durante la comida: ‘cómo me gustaría estar ahí’, refiriéndose a los actos reconcelebrados del Papa en La Sagrada Familia... el mutis fue larguete, pues en casa ya nadie cree más que en esas verdades absolutas de ‘hay hambre’ o ‘no hay dinero’. Yo me dije a mí mismo: ‘pues no sé por qué no estás allí agarrándote a ese Cielo tuyo que tanto deseas, coño, que hay que echar el cuarto a espadas y el tiempo se va agotando’... y el Papa dominándolo todo, injiriéndose con sus discursos medievales en la vida social y política de un país democrático, fomentando un gasto enorme en tiempo de sequía y en un p...