Salir a la ciudad en gabardina y con un panamá cubriendo mi cabeza, poner mirada Humphrey y encenderme un cigarro mientras miro cómo sucede el día sobre el cuadro cambiante con estética de Eduardo Arroyo que es Béjar hoy en mis ojos. Salir así al calor sofocante que está hecho de intemperie y buscar asentimiento en mis ojos para lo que trajina en mi cabeza. El mar de coches encrespa su oleaje y hay bandera roja en las aceras junto a un miedo de ancianos que embarga y acojona. Y dormí solo en casa, porque es ya todo barro y gilipolleces, porque no existe opción para los tipos de mediana edad, como yo; porque tengo tres hijos medio abandonados a su suerte y un trabajo delicioso con una economía cabrona que me hunde, y un suegro de papel carbón que ‘necesita’ atención constante… ¡Vaya!, me fui del tema, lo siento. Salir a la ciudad y verla como un vientre, recién nacida y muerta, bulliciosa y sin un idioma posible, veraz en las esquinas con sombra y profundamente falsa en la luz. Y dibujo...
Bitácora de Luis Felipe Comendador