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Mostrando entradas de marzo 30, 2008

Soy las imágenes que me hicieron crecer.

Sé que pertenezco a la generación que lleva sobre los hombros el dolor de la “Migrant Mother” que posó sin querer en Nipomo para Dorotea Lange en el 36, como soy del Cartier-Bresson del “Place de l’Europe in the rain” o de las imágenes Marilyn de Bert Stern, o del Che del 63 captado por René Burri, o del Gerard Malanga chicharreando su flash en la mismita vorágine de la Velvet Underground de Andy y Patti Smith… y, cómo no, del Mapplethorpe más Montoya o del Joel-Peter Witkin de “Leda” que jugaba a la contrarreforma de la escoria social presentada por Sebastião Salgado. Sé que pertenezco a un siglo completo de imágenes en blanco y negro… y eso me hace ver a mi generación completa en esa presentación al cromo en papel brillo, saturarme de esos precedentes hechos utopía de papel siempre vivo. Por eso soy más de fotografía que de pintura [en el frente de mi despacho preside una enorme fotografía original de JAM Montoya –nunca tuve dinero para adquirir originales de los otros maestros– que

Les dessous.

Llevo siempre latente en la parte posterior del cuello cierto virus ‘dessous’ que procede de aquellos días en los que mis padres vendían ropa interior femenina en el salón de nuestra casa [fajas de pata, sostenes armados, bragorrias blancas hasta el ombligo, medias trasparrosas y pantys Marie Claire]. De entonces me quedó un gusto icónico por las blondas, los corchetes, el algodón calado, los rellenos mullidos y los agujeros en las medias… recuerdo ahora un magnífico retrato de Laura Antonelli con una manzana entre las manos [llevaba una combinación, con la pechera negra y transparente, que mostraba unos pezones perfectos y erizados… y el cuerpo de la prenda se resolvía con un florilegio bordado en color crema que se ajustaba a las formas divinas de la musa… se remataba el conjunto con unas medias negras pilladas a la cintura por un liguero indescriptible… y el completo lo resolvía la mirada cándida de Laura]. Esa imagen icónica me proporcionó muchos días de sueños y humedad, y la guar

Sentí frío.

Día de mangas regazadas, con aseo de barba y bigotorro, con mirada tranquila a la “Encyclopaedia Anatomica” del Museo La Specola Florence para saberme algo más por dentro, con saludo a Miguel sin respuesta, con posibilidad de edición de algunos volúmenes a la manera ICONS de la Taschen, con algo más de esperanza en lo que respecta a mi pequeña crisis económica, con ganas de hacer el amor en una cama, con café y canciones mirando el perfil de la barra del bar, con Maite doliente en una cama de hospital, con José Manuel asustado por la franqueza de mi inquina profesoral, con Antoñito triste como un árbol caído, con los ojos buscando una piel que mirar… día de mangas regazadas y un ratito de espejo para verme de cuerpo entero otra vez y preguntarme cómo me veo y responderme que no demasiado mal, que te vas salvando, Felipe, de la insoportable pesadez del ser y que tu pensamiento ayuda al cuerpo, como lo ayudan el tabaco y el baño diario… cada año soy más blanco y me gusta, más suave y me

La rutina del desorden.

“¡RIP, RIP, hurra!”, que me dijo el que cobra las últimas facturas esta mañana mientras tomábamos el cafetín pertinente. Un buen eslogan para la muerte y contra la oscura idea que la proyecta en la cabeza de los hombres… y yo con el peso de la resaca del fin de semana [¡¡¡aún!!!, manda cojones], entre miau y bolinguilla, entre agotado y magullado… pero ya he dicho mil veces que me encantan las resacas, porque producen estados de lucidez y percepción exacta de la vida latiendo en el cuerpo propio… yo, por ejemplo, hoy sé que tengo un músculo estrechito y largo que baja desde el hombro al costado [duele el cabrón que no veas], que me funcionan los lacrimales sin que sienta tristeza, que hay dos puntos en las ingles que me hacen dar rabotazos y saltitos cuando tomo cierta posición, que algo me tensa el cuello por dentro y viene desde la espalda, que mi cabeza es grande porque la acabo de medir con el recorrido del dolor intenso que la transita, que hay terminaciones nerviosas vivas en la

Pensamiento y tiempo...

No he vuelto a coincidir con algunos compañeros de los diez minutos de café matinal, y me da en la nariz que a este desierto se ha llegado por algunas palabras escritas en este diario [y no por la voluntad de mis concafeteros, que son unos tipos dispuestos y majetes, sino que probablemente haya sido por la curiosa mirada de sus superiores a este blog impertinente y vocero]. Siento de verdad haber podido crear algún problema a mis amigos de primera hora, que no era mi intención, a pesar de que, revisada mi entrada cafetera del día aquel, no encuentro razones para sacar conclusión de horario, ya que no concreto tal circunstancia, a la vez que afirmo que mis horas desayuneras bailan con bastante margen, hasta coincidir incluso con la legal hora del bocata oficial. Así que perdones para todos y buen rollito, porfa. ••• El pensamiento es una acción que sopesa la variable del tiempo y a la vez es generador del mismo, extendiéndolo, acotándolo o haciéndolo infinito… pero también es el pensami

Poesía y presentimiento.

Me molesta de la poesía el corsé de tener que representarla con palabras, porque siempre resultan imprecisas con respecto al sentimiento poético… y demasiadas veces resultan el mal menor en el juego de representarlo. Esa imprecisión hace a la poesía humana y al idioma un río lleno de remolinos en el que puedes ahogarte. Sin embargo, es tanta la fuerza del sentimiento poético, que se hace necesaria su representación a pesar de saber con certeza que siempre es imperfecta y demasiadas veces resulta errada. Así las cosas, solo me queda dotar a las palabras imperfectas de un ‘presentimiento’ para que se combinen estableciendo un poema. Y que ese presentimiento tenga la capacidad de ser percibido al leerlas, y que sea un presentimiento lleno de intensidad, un presentimiento capaz de ser el principio de una experiencia sensible o intelectual [a ese presentimiento lo he llamado siempre “indicio del poema” sin saber si esa acotación en palabras es correcta y puede llegar a ser definitiva]. Ento

Y que volví a la calle de los Maristas Salidos.

1. VIAJE DE IDA Joder, que me levanté a las 3,30 horas gracias al despertador de Felipe, uno que le regaló Pablo y que tiene un juego de alarma hortera de día y absolutamente cabrona de noche [colores barça y unas puertecitas que esconden a varios muñequitos jugando al fútbol a los que les da por girar al son del himno culé mientras lanza destellos de luz azulgrana]. Ducha rápida jurando en arameo, lavado de boca a la remanguillé, peinado a ciegas [así quedó], acción zombi de ponerme la ropa, chicle de menta fuerte y al coche… me acompañó durante todo el viaje una luna amiga en cuarto creciente, colgadita en lo oscuro de una noche despejada como una linternita a la que perseguir, y también la banda sonora de 2046 [llegué a tararear los temas a grito pelado]. Y que me puse en Sevilla con la amanecida y entumido por no haber parado en todo el trayecto. Decidí meterme en la carretera de Málaga y, ya ubicado fuera de la vorágine sevillera, detenerme a echar gasofa, a estirar las piernas y