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Mostrando entradas de julio 29, 2007

Es tu carne la que yo llevo....

[“Entré en una avalancha,/ cubrió mi alma / y duermo bajo una colina de oro / cuando no soy el jorobado que ves. / Tú, que quieres aprender a vencer el dolor, / debes aprender a servirme bien. / Golpeas mi costado sin querer / mientras buscas tu oro. / Aquí, el lisiado al que vistes y alimentas / no pide tu compañía. / No en el centro, en el centro del mundo. / Cuando estoy en este pedestal / tus leyes no me obligan / a arrodillarme grotesco y desnudo, / tú no me subiste aquí. / Yo mismo soy el pedestal de esta horrible joroba que miras… y miras…. y miras… / He empezado a anhelarte, yo, que nada necesito. / He empezado a esperarte, yo, que gobierno los siete mares… / y dices que te has alejado de mí, / pero yo te siento, te siento cuando respiras… / No te pongas esos harapos por mí, / sé que no eres pobre. / No me ames con tanto ardor cuando conoces todas tus dudas. / Este es tu mundo, amor mío,/ es tu carne la que yo llevo.”] Este poema de Leonard Cohen [‘Avalancha’] es un compend

Cuando La Frontera se pasó de la raya...

Siempre hay un mangurrián en todo grupo humano, y en el poropoPOP de ‘La Frontera’ no podía faltar ese gilipollinas asocial e insoportable [para colmo era el único histórico –histriónico– del grupo]. No cantaba ni partrás y me dio la jodida sensación de que actuó hasta el culo de lo que fuera [sería malo, seguro…. por eso los efectos colaterales]. El caso es que el piporro –ya viejales– andaba por el mes de julio cuando los demás ya estábamos en agosto, habló dos veces de lo forrado que estaba por el éxito de sus temas y sugirió proposiciones deshonesta a cuatro mozas del público [en vivo y en directo]… Un auténtico bluf que solo marcaba buena percha para su americana revenida de ‘El Corte Inglés’. Mal la música, mal la voz y mal el rollito ‘Madriz’ [que entonces se escribía sin eme]. La vaselina [y la mala suerte para ‘La Frontera’] fue que antes del pimpollo que no sabía mear actuó una banda de blues portuguesa [The Blues Jammers] absolutamente profesional y ajustada, con un organis

La chica del Lusitania...

Llego tal que ahora mismito del concierto de ‘Javier Arroyo&El Lusitania Jazz Machine’, con cierto rollito juntero, que abre el Festival de Blues bejarano en su octava edición. Curiosos a lo poco los chapulines, con buen ‘filin’ en el cello [me acordé de mi Maite Iglesias y cellista], que estaba en las manos de un tal Pierrot con sonrisa de ángel feliz y buen rollito [me cayó de puta madre el tipo desde el primer vistazo]. La potencia presencial la puso la moza Ángela [y Muro], con una voz deliciosa y un estar entre lúbrico y discreto… y junto a ella, esa suerte de Harpo Marx [Paul Stocker] vestido de faralaes y con pose de divo ‘andergráun’ tocando de puta madre el saxo y el clarinete. Y Javier Arroyo [de morito… aún me pregunto por qué y para qué] sacándole buen rollito a su piano nuevo. Lo he pasado muy bien, como entre nublado y fresco [que ya es mucho para ser agosto], aunque en ningún momento pude quitarme de la cabeza la voz redondita de mi Carita Boronska. Y de guinda [o d

Sobre esa muerte.

Es curioso cómo cada día soy más consciente de la insignificancia de mi muerte si la comparo con lo que compendia en mí la muerte de los que quiero y no considero aún en tal proceso [¿en tal abismo?]. Y es que la muerte empieza a ser insignificante cuando toma el camino natural de lo ya vivido [precisamente porque se ha vivido]. En otro plano superior, también resulta mi muerte insignificante, pues en ningún caso supondrá la desaparición del ser lanzado en las generaciones. Desde ese punto tengo claro [y ya demostrado] que no soy importante ni en el estar. También es cierto que no hay experiencia de la muerte, es imposible, sino de la vida con su roce de muerte y su cúmulo de consecuencias traídas con o sin sorpresa… El sentimiento de falta es vida, la tristeza es vida, la añoranza y el recuerdo son vida… y hasta el hecho de morir es vida hasta el justo último instante. Y, sin embargo, la muerte nos conforma como seres en camino [es absolutamente vivaz], pues nos lleva hacia sí inexora

Nos vemos en el Cielo...

Dormir más de lo acostumbrado me fatiga y me deja el cuerpo como un saco de huesos sensibles a cualquier roce e incómodos en cualquier postura. Hoy me he pasado dos horas y media de mi norma y ya lo estoy pagando: astenia, sensación de edad tardía, dolor de riñones, vejiga a punto de estallar, cabeza embotada, mirada gruesa… todo un compendio de ‘juventud’, vamos. Hasta me han dolido los besos vespertinos de mis hijos, y mira que me gustan, porque son poderosos, vitales, espabiladores y riquísimos… pero hoy han sido como espinitas puñeteras. Este modelo de día que empieza con alguna hora más de sueño es para tirarlo a la basurita. Pero sigo en mis trece, persevero en gozar a tope el tiempo de regalo [que es justo el que me queda]. Ayer lo hablaba con mis cuñados Antonio y Francisco y yo creo que me tomaban a chanza cuando yo estaba hablando totalmente en serio, cuando yo les planteaba en tres trazos mi entera filosofía de vida… y casi les decía que sus vidas son de vejez absoluta, con