EL AUTOR SE PIEQUIEBRA Y JUEGA A MANRIQUE Ahora que me siento viejo para lo de hacer deporte como antes, me vacío en el espejo para buscarme otro norte sin delantes. Mirándome allí me encuentro que del físico gastado por los años me queda un resto en el centro al que recurro asustado, sin reaños. Miro el rostro y sus señales, el cuello y sus nervaduras preocupantes, la espalda con sus puñales, la tripa con sus gorduras diletantes... Observo bien mi perfil, que un día fuera pagano, primoroso, y hoy se parece al alfil que movido por mi mano va hasta el foso. Las nalgas se van cayendo por esa gravedad dura, inexorable, y el sexo se me va yendo y no tiene envergadura ni ya es sable. En resumen, a qué más, de esta mirada de cerca, que desola, me quedo con el compás que me mantiene en la terca caracola. Vista ya la dentadura de este marchito jumento mal trotado, me pregunto si en la dura cuenta de lo que ahora cuento queda un dado. Si queda, yo he de lanzarlo, que hay que jugar aunque truene...
Bitácora de Luis Felipe Comendador