Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio 15, 2007

Apropiación de la impropiedad

Leo en un estudio de Mauricio González sobre ‘Ser y Tiempo’, de Heidegger, unos párrafos muy interesantes sobre la “apropiación de la impropiedad”, trabajado en el aspecto de controlarlo y disponerlo todo como tendencia predominante en nuestro tiempo, una suerte de globalización individual que viene propiciando cambios importantes sin que aún se pueda definir si para bien o para mal, aunque me da en la nariz que ese afán [casi lujurioso] de control y disposición no va a traernos consecuencias maravillosas. Confieso, antes de seguir, que el universo conceptual de Heidegger está lleno de interés para mí, pero también está preñadito de dificultad, circunstancia por la que suelo acudir con frecuencia a artículos y estudios sobre el autor que, por otra parte, suelen complicarme más las cosas. El caso es que en la creación de mi pequeño y errado universo filosófico voy sumando conceptos poco a poco que sirven para armar mis interpretaciones y argumentar de alguna forma [delgada o gruesa] el

hoy no ha pasado nada...

Quitando que me escribió Higinio Cascón con afecto desde su envidiable refugio mallorquín, que me llamó Cesarín con risas y algún guiño, que tomé café con un Albertito descuidado [eso decía él], con Ana y con Pedrito Cubino; que me visitó Antonio G. Con sus cosas de siempre, que me llamó Paquito Ortega para enchufarme afecto, que me acordé de Belén un par de veces, que me besaron mis mariángeles y mis chicos cuando llegué a casa, que comí con mi hermana macarrones con queso, que me llamó mi madre desde el centro de Oviedo, que pillé una edición hermosísima y vieja de un cómic de ‘El Capitán Trueno’, que me reí de ver cómo el Rey se mosquea por los chistes del príncipe, que se fue don Piqué del PP neofascista, que Ricardo se fue de viaje a Zamora, que cobré algo de la extra, que diseñé con prisa dos cubiertas y una carta menú de lujo nubio, que vi unas bragas rosa oreándose tranquilas en una ventanuca de la calle Mayor, que me fijé en la nieta de Sacho (+) [¡vaya moza!], que me senté en

El sádico olvidó afilar sus dientes esta mañana...

Cuatro muertes cercanas en un mes me parece demasiado. Dios debe estar en la jodida luna de Valencia o de veraneo con George Bush, el asesino tranquilo. Mejor guardar silencio o recurrir al lugar común de la enumeración caótica. ••• El sádico olvidó afilar sus dientes esta mañana y deja la carne en un estado trágico mientras escucho a Grappelli. No hay pájaros que graznen mientras se reproducen los perros en la Plaza de la Piedad y todo es territorio de los coches. A las nueve una muerte y a las siete un sepelio para reír como en una mueca. Dos de copas. Una sonrisa alumbra no sé qué deseo y la tomo para mí por un instante mientras me guiña su ojo izquierdo la monja enana de Fellini. Van a empedrar mi calle y me toca los huevos. César tiene ya un cuadro de Albertito y le siento feliz mientras lo mira. Ha llegado mi hermana y la siento hermosísima mientras mi Mada es un no entre algodones. Dios es hoy un majadero creado por algún imbécil. Estoy triste y me siento como una hermosa ruina.

Te esconderé...

Sentir dolor no es una debilidad, pero sufrirlo sí…Y es que no acabo de entender al hombre como ser extraordinario que tuvo la pericia de salirse del orden natural por no sé qué azar. No acabo de entender que a cada circunstancia física le acompañe otra mental que lo complica y lo enreda todo. Sentir dolor pertenece a la categoría del ‘hecho’, mientras que sufrirlo es particularidad del ‘valor’. No tenemos suficiente con la sensación física y nos ponemos un marco mental [siempre más amplio] que hace todo más intenso y, también, más difícil… hasta tal punto de que hemos conseguido llegar al estado mental de sufrimiento sin que medie un suceso de carácter físico que lo propicie… ¡La rehostia! Hay personas que ordenan su vida en parámetros de sufrimiento, de tal forma que son capaces de pillar ese estado a partir de cualquier nadería [una tortilla mal hecha, un suelo mal barrido, un olvido insignificante, una manchita en la camisa…] y crear así un continuo en el vivir (?) con el ceño frun

Un poema cruzado mientras espero.

Porque hoy he repetido el difícil arte del equilibrismo en farola para colgar un cartelón de blues y me han regalado cuatro camisetas negras, porque un poema triste de Belén Artuñedo se cruzó de pronto con el “Crossroad” de Tracy Chapman, porque el técnico de Xerox está instalándome una máquina nueva y no sé, porque siempre hay una cosa sexual en todo lo que miro, porque tengo sed y un teléfono móvil que no entiendo, porque no he ido a París tampoco este año… y quizás nunca, porque el dinero me toca los cojones y el tráfico está loco, porque Juanito lleva hoy una camiseta de Mazinger Z y su padre es un león herido, porque Diego es feliz y me encanta imaginarlo en su particular sueño americano, porque no me escribe Alexandra hace unas semanas y mi hija anda levantando el vuelo, porque J.R.J. es un simple esqueleto y Zenobia el retrato de la mujer que adoro en sueños, porque tomo café helado mientras G.S. come a mi espalda, porque no tengo ni un puto chavo en el bolsillo peronoimportapor

He vuelto a saber del gris otra vez esta mañana.

Me sorprendió el día con su cosita nubosa, su ratinín de goterones y su vientecillo fresco. Siempre hay un oasis en los veranos de este tiempo cambioclimático mediático, un oasis en el que pillar unas bocanas de aire y salir al mundo como en otoño, y mirar de nuevo el carmín y los volúmenes, las curvas y el erizado correr hasta un refugio cercano. Simplemente feliz me está dejando este día extraño, entre otras cosas, porque he vuelto a ponerme calcetines [ya me habían hecho un principio de heridita en el interdedo las sandalias nuevas], porque he vuelto a saber del gris en medio de la luz y a poder abrir los ojos como platos, porque he vuelto a mirar con buen enfoque las prisas y las pausas y porque me he animado a escribir igual que me animo en los más fríos días del invierno bejarano. ••• Es curioso cómo las mujeres presentan en su vida –por lo general– dos actitudes muy diferenciadas y distintas sobre la poesía. Cuando son jóvenes, la anudan para sí y se muestran sensibles recibiénd

Esa hora de labores anodinas...

Creo que mi horror por las tareas caseras –hacer las camas, poner la mesa, preparar la comida, planchar, arreglar un enchufe, cambiar la tapa del w.c.…– procede en parte del matriarcado protector en el que crecí –mi madre y mi abuela fueron siempre protectoras en este sentido e intentaron constantemente que dedicase mis ganas a otras cosas de índole más sensible, como leer, dibujar o escribir… Atacar esas tareas a diario me quita el aire y me deja una extraña sensación de tiempo vacío no recuperable, pues proceso –mientras me dedico a tales tareas– todo lo que me queda por pensar, por escribir, por hacer, por vivir… de tal forma que se me hacen insoportables. Llevo esa carga ya con resignación, pues asumí hace tiempo mi rol de pareja y sé lo que me toca, y lo hago con el único fin de no tensar para que todo continúe en su tono armónico [que es otra circunstancia de fundamental necesidad para mí]. Cuento esto porque siento cómo esa rémora de tareas pequeñas se ha queratinizado en mí con