Volver a las persianas, con su cárcel de luz, después del temporal, es un pequeño alivio que me deja el cuerpo laxo... la semana fue realmente terrible, con todo en contra, como si hubiera caído en un mal fario o se hubiesen confabulado los astros en una línea oscura para dejarme absorto, derrotado y agotadísimo... todo me salió fatal esta semana para quedarme entre el vértigo y un esplín [spleen] indescriptible que me deja sensaciones físicas extrañas... primero fue la revista de blues, todo un fracaso que multiplicó el tiempo de acabado por diez [cometí errores intolerables], le siguió el cartel de los arcos de San Juanito y rematé con un menú en el que faltó una erre en lo más importante: el nombre de la niña comulganta... y no era poco el marrón como para tener que soportar uno de los trámites de curro que peor llevo: el diseño con seguimiento y corrección ‘magistral’ por parte de un cliente... y es un buen cliente, una ‘gran cuenta’ –que se dice en el argot diseñero–... y lo voy a...
Bitácora de Luis Felipe Comendador