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Mostrando entradas de diciembre 28, 2008

LAVS DEO.

3 de enero de 2009 Ayer le prometí a Guillermo que iríamos todos a desayunar juntos a la pastelería Italia, que mi chico flipa con los desayunos pantagruélicos [igualito que yo, a qué negarlo], y quedamos en madrugar para que no tuvieran atascado el lugar esa horda de madrileños y portugueses que vienen al mochileo o al esquí proforma. A primera hora de la mañana ya estaba mi Guille en pie esperando como un campeón a que yo saliese de la ducha [Felipe se rajó por ardor de cama y Geles dijo que desayuna mejor en casa, por lo que la cosa se quedó en dos, los dos glotones de la casa]. Nos manducamos colacao con bollería y un enorme zumo de naranjas recién exprimidas... mmmmm... y compramos unas palmeritas de huevo y unos donnuts para que los desayunaran en casa Geles y Felipón [el secreto del paquete es que también había goloseo para Guille en su interior]. Dejé a Guille en el portal de casa y me fui hasta mi viejo estudio de Colón en busca de una preciosa edición de “El Parnasillo”, con

Los goznes de la espalda.

2 de enero de 2009 Como escribía el bueno de Carlos Barral en su poema “Evaporación del alcohol”, empiezan a ‘notarse los goznes de la espalda’, chirrían las rodillas igual que lo hace el coche [hoy lo dejé depositado en el taller de Vicente para ver qué le pasa], la cabeza no aguanta ya el trasnoche, las manos se aturullan con un no sé qué eléctrico que las deja entumidas por segundos, el cuello cruje [y no es vejez, que es solo fruto de un jodido frenazo hace unos meses] y hasta mi pie derecho ha perdido una uña fruto del golpe seco de una máquina. ¿La cabeza?... a su jodida bola, intentando flotar o huir o encontrar un olvido decente sobre el que hacer dos pausas. El año empezó así, como si nada, con avería en el coche, como he dicho, y un hervor a tartana en el chasis del cuerpo, y un montón de clientes pidiendo calendarios, y ese tipo del banco que me llamó hace un rato para decirme no sé qué de que no hay saldo [ayer tampoco había, pero no me llamó porque era festivo]. En casa, t

L’art n’est pas chaste.

1 de enero de 2009 La niña que salió a la noche vestida como una mesita camilla, repintada, olorosa, como virgen putón del loliteo, esta mañana quizás esté pidiendo en urgencias Norlevo o Postinor... o lo mismo no se atreva, porque la dormidita me flocó los ojos con una edición Gallimard de Dominique Dupuis-Labbé [“Picasso érotique”] y el día que contiene el final y el principio se me hizo rustidera entre “Suzanne et les vieillards” y “Le Rève”. La niña de lunares, la niña, pintada y de lunares, la niña, con medias negras tupidas y unas braguitas rojas se fue hasta el ron barato con tacones. La niña con el pelo hecho bucles, la niña, y una diadema y un bolso negro y esa fiebre... ••• Salí a la noche, justo después de las uvas, porque el jodido estómago me pedía un tratado de no agresión, y lo hice con Antonio, que también va mayor, como casi todo lo que me rodea, y fuimos a felicitar a You, pero no pudo ser, pues andaba currando como un esclavo, que lo es, que lo es, que lo es [ha teni

Mi hija rebonita.

Mi Mariángeles cumple 21 y es el primer año de su vida que no estamos juntos. Felicidades, hija, y un abrazote gordo de todos los que habitamos la casa que vas dejando vacía. ••• Recuerdo ahora un poemita infantil que le escribí a mi hija cuando cumplió cuatro añitos y que lo mantiene enmarcado desde aquel día sobre su mesilla [empezaba así: “Mariángeles, chichitas blancas, / de la luz chispita alegre...”... no lo continúo porque es algo íntimo y suyo] y la estoy viendo con su vocecita divina hablando sin parar, que aprendió pronto y con mucha corrección, sentada sobre la alfombra del salón, rodeada de juguetes y mirando embobada el vídeo de anuncios de juguetes que le grabamos la Navidad anterior [le encantaba mirar ese vídeo y se lo pedía siempre todo]. También recuerdo, y sonrío solo, sus días de ballet, que fueron muchos, y cómo fueron conformando su cuerpo y sus gestos con esa pose hermosa que lleva en su periplo de mujer... y sus constantes caídas por haber heredado mis tibias gi

Cromatografía de la luz.

28 de diciembre de 2008 Después de 14 días trabajando sobre una lámina irregular de cartulina verjurada crema de 69 x 24,5 centímetros [aprox.] y dos bolis “STABILO point 88 fine 0,4” vacíos, con las muñecas agotadas de tanto trazo y con la cabeza medio limpia de los mil malos rollos pequeños que me acucian, he terminado por fin mi “Cromatografía de la luz”, una representación de nueve mujeres desnudas sobre un jodido fondo de escritura [es lo que más me cuesta rematar, ese tipo de fondos realizados con grafías pequeñas y mezcladas] de las que una está dando a luz una lámpara de filamento incandescente. He vuelto a mis dibujos de línea marcada [ya empecé con ellos en mi nuevo diario gráfico hace unas semanas bajo el título de “Busca mi olor”, del que llevo rematadas 19 páginas], entre otras cosas, porque quiero retrotraerme a esos años en los que intentaba cierta poesía social y en los que siempre hacía este tipo de dibujos, empezando por dibujar mujeres en posiciones lascivas y termin