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Mostrando entradas de abril 22, 2007

Los claveles como símbolo de la sangre no derramada.

Día de claveles y portugueses trabajando en la feria de muestras y en el futuro hotel de arriba, de claveles he dicho, revolucionarios, rojos, lusos y republicanos. Día también de lluvia en los cristales con sensación de cielo llorando y un mareo constante y pequeño que me lleva nublando la vista todo el día… y hay que trabajar [¿porque el trabajo ‘dignifica’? No, porque hay que pagar todas las jodidas deudas]. No estoy bien y no importa, porque siempre hay alguien que está mucho peor y tampoco importa. Feliz aniversario clavelino a todos los colegas lusitanos y mi deseo fiera de que se acabe la explotación con tintes europeos. No estoy para más a esta hora, para nada más. De Tontopoemas ©...

Un hurra para don Antonio.

Ayer sentí un hermoso pellizquito mientras miraba en la tele cómo recibía Antonio Gamoneda el Premio Cervantes. Hay cierta justicia que acaba llegando con los años y afecta incluso a los que han caminado por libre, circunstancia que tiene poco que ver con esa historia Baudelaire de que quien recibe méritos o castigos lo hace porque se somete a ser juzgado por el príncipe y acepta tal sometimiento. No es el caso porque no me apetece que lo sea, ya que Antonio, al igual que Pepe Hierro lo fue en su día, es un poeta que sólo puede juzgarse a sí mismo. Ahora sería tiempo de reconocer también a un tipo tan grande como persona y como poeta, un tipo que reúne una voz y una vida extraordinarias. Me gustaría ver en los laureles al bueno de Ángel García López… y, por qué no, también al loco magnífico de Jesús Hilario Tundidor. Dos vidas dedicadas a la poesía de vivir y de sentir, dos silencios forzados y dos ejemplos clave de la voz del cincuenta que no han tenido hasta hoy el reconocimiento que

Escapar también es querer quedarse.

Relajarse consiste en hacer lo que te apetece hacer, no en quedarte quieto mirando a un punto fijo y escuchando una música bella, vibrar en lo que te apasiona sin que te moleste otra cosa. Yo me relajo escribiendo y dibujando, y dedico mis días de asueto a esa actividad [ésta] que actúa como la valvulita de la olla a presión de mi casa. Las ideas se agolpan y empujan mientras yo les voy dando una salida lenta y anárquica. Si logro vaciarme un poquito, voy notando cómo mejora mi estado de ánimo y sube mi euforia. (11:28 horas) ¿Qué puedo vender yo? Alberto y Antonio venden esporádicamente sus trabajos plásticos para ser colgados en las zonas más nobles de las casas o en algunos locales públicos, incluso en instituciones. Apenas saben ponerle precio a sus obras, pero terminan haciéndolas entrar en el juego de mercado porque tienen tirón artístico y verdad. Con eso se come mal, pero se come. Yo podría vender ideas, pero en este tiempo no se cotizan; y salir adelante con un trabajo mediocr

Una de electorandos.

Aquella derecha bejarana de señores/señoras [don/doña] con su ‘Casino’ [de los ‘Señores’ –era iterativo el término–] y sus fábricas, con su aquí sí y su aquí no, con su educación puesta como un traje de domingo y siempre… ya no existe. Ahora es una derecha de estanco y gasolinera, de ocioso matriarcado a lo mosto con guindita al marrasquino y de reserva generala. Y no está mal que a los unos se los hayan merendado los hunos, que este pueblo hispano nuestro siempre fue caníbal además de cainita [nunca un mejor ejemplo del cainismo democrático que el de este pueblo caldera], como tampoco está nada mal que los hijos de los obreros vayan pillando ínfulas y regustos poderosos, pasando del moco al pañuelo y del pañuelo al kleenex. El caso es que la nueva derecha ha revirado el término y ha pasado de magnífica a pollarda, que viene siendo algo más cercano al pueblo de andar por casa, porque entre los de la calle nos conocemos todos más y mejor, que no era bueno votar a un tipo al que sólo se