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Mostrando entradas de febrero 25, 2007

Las vísceras marcan los signos ortográficos de la vida.

Llevo ya la friolera de tres días con una jodida descomposición que me hace salir corriendo de cualquier lugar en busca de un servicio. No me duele nada que no me doliese antes, pero la prisa de los apretones me saca de quicio y me desconcierta a la vez que hace que me sienta fieramente humano. Lo curioso es que junto a esta disfunción me han crecido unas enormes ganas de reír y lo hago constantemente… de mí y de los demás. También es cierto que entro en situaciones cómicas cuando estoy con gente y siento de pronto cómo lo físico/fisiológico impone su norma… entonces me encanta buscar excusas rápidas y peregrinas como… “Perdón, quedé con Borges que le daba un toque al móvil y se me ha pasado… ahora vuelvo, que aquí no hay cobertura»… esto lo dije esta mañana mientras charlaba con unos amigos y uno de ellos hizo intención de preguntarme, pero antes de que pudiese pronunciar palabra yo iba camino del servicio a la carrera. No sabía el jodido que Borges es una marca de ciruelas, y las cir

La imprecisión es la raíz de la universalidad.

••• ••• RECREACIONES CON HURTOS DE PAPEL (1) Fox, el perrito de Michel Houellebecq, no sabía ser feliz porque su ego era ilimitado, circunstancia rara y curiosa en un perro. … Y el tiempo nos parece breve, tremendamente breve… pero pasamos por la vida sin alegría y sin misterio. Ayer llamé a Michel –era tarde, quizás más de las doce de la noche–. Respondió después de ocho o diez tonos. Cuando espetó un “¿quién coños eres?”, le pregunté sin siquiera identificarme: ¿Crees que mereces la vida eterna? Colgó sin más, pero tuve tiempo de escuchar los ladridos de Fox. Eran de rabia. ••• ••• Acabo de darle fin a la edición de «Navajo Bridge», de Juanjo Barral, y ya ando pensando en meterle mano imprentera al libro de Aníbal Núñez [pues siento las urgentes ganas de Fernando Rodríguez de la Flor junto a las mías mientras Premysa no acaba de dar el paso definitivo para esta magnífica propuesta editorial... haré un último intento y, si no da resultados, tiraré adelante con ese libro por mi cuenta]

Sin una guerra interior no existes.

La mente necesita estar constantemente en conflicto para latir, y dar brillante salida a ese conflicto suele transformarse en arte, música o literatura... también en hechos atroces. Ello no debe implicar nunca que los resultados de ese conflicto deban ser venerados, pues tal tendencia cosifica al hombre, mientras que su obra toma absurdas calidades divinas. Y no hay peor cosa que divinizar lo que es fruto de una casuística mental y/o genética. Graves han sido siempre las consecuencias de esa divinización cuando fueron tomadas por grandes grupos humanos, terminando el asunto en la terrible convicción de que las artes deben conservarse por encima de los hombres (en las grandes guerras se protegen de forma exquisita todas las obras de arte mientras que las vidas humanas se dejan al pairo). Esta deformación que lleva a proteger los objetos por encima de las vidas siempre me ha parecido totalmente aberrante, y dice muy poco sobre la moralidad de las sociedades que lo practican. Llevado a ex

Soy de cuando exista un fado alegre.

Alberto, cuando me detengo en el cuadro negro y espiral que cuelga en el salón de mi casa, soy consciente de que tu espíritu está en él, lo percibo con nitidez y te siento cerca de mí. Algunas veces te he hablado de ello, de lo que esa obra produce en mí, de cómo me lleva al desasosiego e incluso al temor... pero no es de eso de lo que quiero hablarte hoy; a lo que quiero llegar es a esa prolongación [presencia] del espíritu de un autor en la obra que reposa lejos de él, incluso cuando ya ha desaparecido. ¿Es eso parte de la inmortalidad del hombre? Pienso a veces que quizás me equivoque y lo que sucede es que me veo a mí mismo en la obra de otros, me penetro... pero hay algo netamente perceptible que está fuera de mí, algo que es del creador y que se mete por mis ojos, por mis oídos... y me incendia o me relaja. ¿Qué tipo de comunicación es ésa? Cuando esto sucede y soy consciente de ello, es también cuando percibo mi desorden, mi falta de método para procesar las ideas y darles forma

Todo lo preelectoral es perverso.

Vuelvo al asunto del dado que ayer lancé al aire para buscarle otras caras. El hombre reacciona ante el arte, ante la literatura o ante los medios de masas [cine, televisión...] de la misma forma que ante el lanzamiento del dado. Así, ante una misma obra, ante una misma proposición, cada hombre extrae una percepción individual que apenas coincide con la de otro hombre que observa a su lado. Así, mientras que el primer hombre percibe con asombro una calidad plástica o cromática, el segundo hombre es capaz de trascender la imagen y montarse una historia con principio, desarrollo y final. Ninguna de las reacciones ante la presentación son exclusivas, sino que abren un sumatorio perceptivo que terminará relativizando el interés de la presentación. De esta forma, bajo esta premisa, nada puede ser definido de forma objetiva; pero en la suma de subjetividades podemos acercarnos bastante a la calidad objetiva de cualquier propuesta... y más cuando se presenta en medios de masas. ¿Por qué, ento

El gozo de la claridad existe, y la habilidad del que lo propicia puede considerarse como la más alta.

No estaría mal, Albertito, poder hacer un trabajo de democratización de las propuestas creativas en campos tan engolfados en el elitismo como las artes plásticas o la literatura, conseguir que las artes se acerquen al hombre y no que el hombre deba elevarse hasta ellas. Sí, sé que se me puede responder con aquello de que el hombre debe hacer un trabajo que consista en, por lo menos, poner algo de su parte, pero no debe ser ése el problema del creador... El creador debe ceñirse a su impronta y al empuje de su necesidad, pero no encerrando sus propuestas en cajitas de dificultad [una suerte de complicadas matriuskas], pues cualquier propuesta ideada siempre tiene un camino fácil y otro que puede ser extremadamente complicado. ¿Cómo sabremos lo que debe hacerse? Desde mi punto de vista, lo más fácil es acudir a los lugares que convocan a la gente y analizar por qué lo hacen y cómo lo hacen. El cine, por ejemplo, o la televisión son medios que llegan a las masas desde la imagen [no vamos a

Un vértigo sin abismo nunca es un buen vértigo.

Kant, que era un cachondo con patas, odiaba la música porque hubo de vivir y escribir durante muchos años bajo los molestos cánticos de los presos que habitaban, por obligación, una carcel aneja a su casa prusiana. Tal circunstancia le llevó a instalar la música dentro de un apartado al que calificó como de entretenimiento y falta de urbanidad. ¡¡¡Kant!!!, Alberto, el tipo que desarrolló la idea de «estética» que está vigente hasta nuestros días, esa idea pronunciada por Baumgarten a mediados del siglo dieciocho y tan finamente puesta en papel en la «Crítica del juicio» kantiana. ¡Hostia!... decir que la música no es arte porque me molesta [y luego argumentar el asunto con esa dialéctica filosófica tan brillante del perico] es como para quemar todos sus libros... pero no, Alberto, que el arte está en el juego de convencer al otro de lo que tiene calidad estética... toda una guerra librándose a diario entre hombres que pelean, fundamentalmente, por singularizarse como élite de pensamien