Volver a la estética de la resistencia como quien vuelve cada mañana al trabajo, como quien recoge su cosecha desolado por el granizo o como aquél que ya no le ve sentido a la norma. Resistir también es vivir, pero sobre todo es sobrevivir. La guerra sabe mucho de esto... o lo hace saber, pues muestra la importancia de la propia vida sobre la de todo lo demás. En ella, en la guerra, la justicia es otra, la moral es otra y las necesidades se resumen en otras [muy pocas]. De eso debieran saber un poquito tipos tan fríos y suciamente interesados como Bush o José María Aznar [debieran saberlo en sus piernas, en sus brazos, en el arco de sus cejas y en cada una de sus jodidas vísceras]. El resistente tiene la opción de la muerte sobre la estupidez de una vida sin posibilidades de tono positivo. Sobre la propia muerte y sobre la muerte ajena. Al resistente no le importa lo circunstancial, pues ve lo práctico en los límites y vive en ellos. Mi ventaja es que sé vivir la resistencia sólo en cl...
Bitácora de Luis Felipe Comendador