Intentar ser buena gente a veces pasa duras facturas. Llevo varios años guardándome entre dientes una mierda infame que supuso para mí el principio de una caída en picado que llega hasta estos días. Confieso que intento olvidarlo, pero un fondo buitre se encarga cada día de recordármela con insistentes llamadas telefónicas. El caso es que ya estoy harto y, a mi hartazgo, se suma que el tipo que propició este daño sale ahora ufano en prensa junto a concejales jactándose de una bondad que no le corresponde. Y me voy a explicar contando la historia entera, que hoy tengo ganas. Llegaban las fiestas bejaranas y, como era costumbre y lo sigue siendo, en la imprenta editábamos un colorido libro de fiestas y ferias que luego sería repartido por toda la ciudad. Estábamos trabajando ya con anunciantes cuando se presentó Chema –voy a llamarle Chema, porque no me parece bonito nombrarle por su apodo– y nos contó a mí y a mi socio su triste situación. Le escuchamos con atención y entendimos q...
Bitácora de Luis Felipe Comendador