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Mostrando entradas de julio 22, 2007

El jodido rol de padre blanco.

Me gustaría vivir en un mundo de estética ‘Cinzano’ medioparado en un tiempo Lempicka, con mujeres de mirada decadente y con ese artilugio ornamental desinhibido que tan bien nos viene a los diletantes… Colores puros, contraste crítico, perfección en las líneas y claridad geométrica en las facetas de luces y sombras… una vida así, sin zonas difusas ni mezclas suaves… o por lo menos tener un universo estético en esa delgada línea que procura felicidad por destello. Por eso quiero ser un hombre Cinzano que sustituya al hombre Burberry’s que he sido siempre, de tonos arena, de ocres, de un siena que juega más a confundirse que a ser. (12:30 horas) Estoy preocupado por Malick, pues ya ha sufrido su primera escena racista y agresiva… y me jode decir que se lo ha buscado él, porque es como explicar que la culpa de la violación la tiene la persona violada. Se le ocurrió salir de noche y a la primera le tocó al lado del gilipollas de turno, un imbécil con navaja y esa cosa Le Pen tan en boga e

Javier García Riobó.

Llegó de pronto, como la lluvia aquella de los septiembres juveniles, con esa cosa extraña de recuperar algo que nunca se perdió, lleno de años y de calma, con la mirada triste de siempre, silencioso, casi como el hombre tranquilo de Graham Green… y llegó justo cuando la crisis estaba a punto de torcerme el día, una crisis estúpida y mediocre, ridícula en su causa y vacía en su contenido. Javier entró en la imprenta como si lo hubiera hecho cada día de los diecisiete años de falta que nos debíamos, con esa naturalidad suya que ya no tiene adornos, pues no los necesita. Si he de ser sincero, debo confesar que me sentí mayor mirándole, pues le vi en una edad que no formaba parte de mi imaginario, sin esa fuerza suya de base correoso ni aquel gesto vivaz de atleta escurridizo… pero era igual que siempre… los mismos ojos tristes, la misma voz pausada, la misma risa a saltos que causaba sorpresa, el mismo autocontrol y la misma sonrisa familiar y perfecta. Me regaló tres cuadros que colgaré

Sobre la resaca de lúbricos solomillos.

Con la resaca bailando aún por los lúbricos solomillos asomando por las cinturas bajas Levi’s Straus de las norteamericanas de bequita helmanticense, por los lisitos cabellos de las japonesas de porcelana click-click y tipillo anoréxico, por las nalgatorias ganaderas de las hijas de los tratantes [y de sus generosos escotes Amarcord], por las carnecillas adolescentes y pizpiretas… vuelvo a la soledad de mi cuarto como con angustia y como sin oxígeno. Un viaje familiar a Salamanca es para reposarlo de largo y buscar aire. Buscar aire y borrar con mi goma ‘Milán’ a la repintada jaquetona de los probadores Berska con su morcilleta al aire, a la negrita de caja y rastas con su hierático ‘¿me muestra su carnet?’, a la chachiflou ‘Benetton’ doblando camisetas y mostrando su apretada entretetera con conocimiento de causa, a la corza de ‘Blanco’ con tacones de aguja y lunares, a la periquita delgadísima y más larga que un real de hilo que nos atendió en ‘Stradivarius’ o a la siesa de turno de

Helmanticalia.

Viaje familiar a Helmántica con asuntos de inmigración por medio… La ida de morirse. Felipe con los pies sobre el respaldo del asiento de su madre mientras mosqueaba a Mª Ángeles con sus comentarios cabrones [tiene futuro el chaval… y genes], Mª Ángeles chillando como una descosida para ganar a su hermano por volumen, Guillermo cabreadito porque no le dejaban escuchar la peli de ‘Shrek II’ que había traído entre pañales para verla en el DVD del coche, Ángeles desesperada de oírlos y jodida por la impotencia… y yo cagándome en todo lo que se mueve, en Dios bendito, en el hostio [muy del abuelo Bruno] y en la mar salada. Un puto infierno de mierda al que se sumó un carapito que nos llevó medio itinerario a sesenta por hora. El plan consistía en que, al llegar a Salamanca, Mª Ángeles se iba con su madre de tiendas [no hay humano masculino que aguante tal plan torquemado] y los críos se irían conmigo a hacer las gestiones de inmigración a la Subdelegación de Gobierno y, después, a por hel

La decadente belleza preserrana.

Dio el día para una excursión de trabajo a Ledrada y un paso fugaz por el Guijuelo rasgado y mojado por la sorprendente lluvia juliana que nos visitó hoy… Todo un retrato de la decadencia unida a las mejores opciones de negocio de la zona, contrastes por doquier y un no sé qué de no haber sabido crecer a la par del dinero: casas divinamente abandonadas junto a instalaciones de nuevo corte medieval, bello paisaje preserrano junto al exabrupto de las cárnicas… y la deliciosa ruina del ‘Cinema’ ledradense con su letrero orlado por una hermosa hilera de nidos de golondrina [les hirondels] contrastando con la Plaza Mayor de estética Diputación granítica postgirón. Un pueblo rico con unas pobres ruinas de corte histérico decadente [si tuviera dinero compraría ese edificio sólo para mirarlo]. Mi sensación fue de absoluto deseo por poseer ese silencio y esa estética, de quererme quedar a pesar del jamón y sus hedores, de ser en ese espacio hasta lograr abandonarme. Comenzó el cielo a soltar su

Sören Kierkegaard

Otro cumpleaños de Magdalena y no sé qué decir de tanto tiempo prestado y del jodido sentimiento contradictorio. Es duro tener a un anciano constantemente en boxes sin posibilidad de colocarle piezas nuevas. A ello se suman dificultades “a propósito” y sin enmienda, así como actitudes infantiles que disponen dolor y distancia. No sé cómo decir lo que debo decir en este duro asunto, aunque quizás me quede en el resumen de un “lo estamos haciendo todo mal”. En fin… miel sobre hojuelas. Sí me sale lo que no quiero para mí, me sale claramente, y me gustaría que mis hijos tomaran nota de lo aquí escrito hasta llevarlo, si se tercia, a sus últimas consecuencias: 1. Quiero morir directo y por derecho, con la mente preclara y al dictado natural, sin apoyo médico [sólo admito específicos contra el dolor] y sin hospital por medio. 2. Si perdiera la razón, pido eutanasia al día siguiente librando de cualquier responsabilidad a quien me apoye. 3. Si resultase una pequeña carga, ruego que se me ind