Ser el último pasajero de un autobús vacío, como el hombre de Leonard intentado una huida a una villa pesquera americana en la Florida... y aparcar, como él, al borde de la arena, y tumbarme, porque de nada sirve predicar cada día, y fumarme un Lucky Strike esperando a las luces diminutas de los barcos o a que salgan las flores de sal para llevarle a Hitler. La mujer que ya no usa su sexo se imagina cosas, se imagina árboles penetrándola, se imagina un ardor extranjero que ya no existirá jamás, y lo sabe... pero se imagina árboles penetrándola... Blasfemé sonriendo, mientras recordaba que en mi pueblito hay una iglesia católica junto a la que los perros se emparejan y se quedan trabados mientras los chiquillos los persiguen riendo a carcajadas... La mujer que ya no usa su sexo no ha adivinado aún que de una vulva seca nacen malos pensamientos y que todo parece torcido en los estanques de la vida... se hace tierra baldía que ya no ofrece nada más que palabras vulgares cargadas con todo ...
Bitácora de Luis Felipe Comendador