Madrid es una ciudad de chulos por cojones que no se pueden ver entre la mixtura de gente interesante que deambula por sus calles… como Salamanca es una ciudad de tratantes de ganado que se ven por todas las esquinas helmánticas mirando lo culos extasiantes de norteamericanas becadas y rubísimas. Y Madrid es para ir con gafas de sol oscuras que filtren con sabiduría las infinitas emociones que se meten por los ojos cada jodido segundo capitalino [Salamanca es mema en eso, pues en vez de unas gafas de sol debes ponerte una venda tupida y apretada]. Estuve en Madrid, sí, y pude volver indemne a pesar de los túneles chulescos con olor a mazmorra moderna y las promesas de soltar la teta al aire de la procoima bizca Esperanza Aguirre [miedo me daba encontrarme con esa pezonería al doblar cualquier esquina]… El caso es que me presenté en Rivas a los postres para ver a mi eterno Morante [antes me había metido entre pecho y espalda un bocata de atún con queso caliente entre pan de aceitunas en...
Bitácora de Luis Felipe Comendador