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Mostrando entradas de agosto 24, 2008

Dos días.

29 de agosto de 2008 Vengo cansado de los minutos laborables y me dirijo a transitar la noche como un cebú que se apartó de la manada hace días. Me duele el cuello aún, aunque ya es familiar su torcedura y su abrazo dañino, y me parece menos [la costumbre es aroma sedentario y termina acallando la reacción]. De camino a la noche, sujeto entre mis manos los hermosos regalos que me ha hecho Ana porque sí, porque le apetecía: una moto antigua de latón con sidecar que pondré a presidir mi escritorio, una colección chic de diapositivas de Palermo, palitos de olor ‘Hari Om’, un folleto del Museo Picasso de Málaga [que me trae a la memoria al amigo Rafaelito Inglada, al que no veo desde hace ni se sabe… mis últimas noticias le ubicaban dirigiendo no sé si el Museo o la Fundación Picasso en Málaga], una bolsa ‘sickness bag’, unas etiquetas del Museo Interactivo de la Música, un abrebotellas de Coke, los útiles de aseo del hotel Melilla Puerto y un llavero con una babucha malva. Ana sabe que es

Nada.

“Lo siento, querido lf. De ese horno no salió nada… y mira que tenía buena pinta la pieza. Estoy muy cansado. Un abracete.” ‘Nada’, amigo Alberto, es la ceremonia del amanecer, el idioma de las bocas calladas que teje las ideas, la fórmula del perfume a feromonas, el fuego en el volcán que nunca viste, la orgía de los hongos en la sonora hojarasca, la serpiente escondida en el sembrado, la sombra de la amante en la noche cerrada, la memoria legada en estado latente, la longitud de un roce en el último autobús al centro, el secreto de sueño que jamás recordaste, el pedazo de tierra que te espera, un desnudo a tu espalda, el latido de ella, el regreso que vive en tu viaje, el hacha que destella y ha de quitarte todo, la infancia de murciélago que quedó en unas fotos, el sabor de tus límites, la disensión constante que quedará pendiente… ‘Nada’ es casi siempre el ‘todo’ de otros, o el imposible de otros. Busco nadas diarias en las que hacerme viejo.

Me gustaría que cada palabra llenase el mundo.

"Improvisación de horno de serrín" [por fin Alberto nos deja ver algo de su proceso de trabajo] "Ayer viajamos a una aldea alfarera muy antigua." ••• Me gustaría que cada palabra llenase el mundo exactamente con todo lo que dice en sus grafías y que fuera pecado mortal pronunciarlas en vano, con la voz atiplada o de falsete; que cada palabra fuera como el golpe de sangre que acompaña al latido y no diera lugar a duda alguna, que no fuera adorno jamás, siempre ‘decir’… Pienso esto y termino dándome cuenta de que la exactitud es tan dramática como una herida abierta o un hijo asomando por el ojal estrecho que aportala la pelvis, y entonces no sé si me gustaría que las palabras fueran exactas, porque posiblemente su peso me dejaría quieto y agotado, enloquecido. Me quedo, al final, en la impostura de cada voz y en su noche oscura… soy cobarde. ••• Estos laxos tendones que tiran de mí como poleas, estas manos que llevan tentación de sexos mojados en sus palmas y dibujos

Soy cuerpo, eso lo tengo claro.

Me acuchilla este jodido dolor de cervicales que es como una rapaz haciendo presa, me hunde, me deja sin aliento… pero también me gusta un poquito, porque el latido es más notorio y tengo ubicado el exacto lugar del cuello en mi cabeza [antes no lo tenía nada claro]. Y que somos todos distintos y demasiado iguales, aunque lo que nos diferencia es la dosis de egoísmo hasta en el dolor: unos toman el suyo, lo lloran, lo tramitan y lo usan como un veneno particular, teniendo solo ojos para sus cuitas y cegándose como topos para los dolores cercanos… y otros comparten dados, castigo y gestos, y lo hacen con la felicidad del que es de todos, y aceptan lo que venga y se extienden, y persisten en vivir con sonrisas y lágrimas, en dar el paso nuevo acompañados, en apoyar para poder apoyarse. No entiendo el clavicordio de la vejez, y creo que no lo entenderé jamás, pues la vejez me resulta fea y nada plástica/práctica, y por ello creo que no debo llegar a ella me ponga como me ponga. Otra cosa