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Mostrando entradas de diciembre 18, 2011

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Una sombra en invierno es más que sombra, viejo, porque lleva frío.  Ayer pensaba en los críos de los cerros sonriendo y sin nada que llevarse a la boca, pero felices de existir cada día... son la sal de lo injusto, la sal que se mete en la herida y escuece. La verdad es que estoy muy cansado, viejo F, harto de tramitar facturas y llamar a deudores con temor, de ir al banco para salvar los muebles cada día, de intentar arreglar algo y estropearlo todo... muy cansado... y esta chistera antigua con la que invento cosas ya casi no sirve para traerme algo de calma por las noches... que hasta me hace sentir tahúr por momentos. Y es que nada acompaña, viejo. Todo crece torcido y envuelto en el asqueroso papel moneda para hacernos esclavos de su poder sobado... y, además, donde debiera estar la justa salvación, solo crecen malos rollos de ingratitud y de dudas... sí, viejo, ingratitud y dudas capaces de deshacerle a uno por dentro. Cuando me encuentro así, suelo recurrir a Brodsky, y

Baloncésticas...

Llevo unos meses en los que la cosa de escribir se me ha puesto bastante cuesta arriba... y no he dejado de escribir en mi cuadernito diario, pero enfrentarme al teclado es otra cosa. En fin. Ayer tuve uno de esos encuentros en la tercera fase con mi gente de antaño, uno de esos encuentros en los que eres capaz de ponerle sombra al tiempo (y también penumbra)... fue un partidillo de viejas glorias basketeras que se medio saldó con sonrisas, muchos abrazotes y frases y contrafrases como ‘qué viejo estás, cabrón’... ‘y tú qué gordo, coño’... pero casi ninguno de los que asistimos al evento fuimos capaces de percibir la soledad de todos, ese pasar de un espíritu competitivo de amigos entregados a este yo, yo, yo, yo en el que hemos terminado después de las carreras y los títulos, de los trabajos malos y buenos, de la suerte traída o encontrada... no estábamos viejos, no... estábamos todos cansados y solos como quien se ha dado cuenta de pronto de que nada sirvió y nada servirá,