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Mostrando entradas de junio 11, 2006

Ritsumeikan

Mi madre ha estado algo pachucha y el trabajo se ha sumado para poner tensión por dentro. Además, tengo el fin de semana lleno de visitas –vienen Barral, Norio y Urceloy–. A ver cómo salgo vivo de este desorden. Y es que me apetece mucho estar con mis colegas –mucho, mucho–, pero lo cierto es que estoy falto de silencio y nada. (13:06 horas) Me he llevado un alegrón al ver el libro que me ha enviado Fermín Herrero, «Endechas del consuelo», que ha sido el ganador del premio Fray Luis de León de poesía y que está editado en Barrio de Maravillas. Como siempre, Fermín es un poeta sólido, pegado a la tierra, pero esta vez con la hermosa capacidad de decir «...Cómo voy a morir después / de haberte amado al límite, a cielo / abierto, a mar abierto, en esta luz / sin desmayo.». Buena y con una evolución constante la poesía de este tipo. También acuso recibo de otro título de la Fundación Jorge Guillén, «Memoria del mirar», de Marcelino García Velasco, un poeta al que no conozco. He leído tres

Izen

Malos rollos por todos los rincones: Estrategias de empresa, justificación de subvenciones, trabajos a mil por hora... y un paquete de Leni –Mérida– con carta y libros jugando a la recriminación y a la disculpa. Y me gustaría contarle a Leni mis sensaciones y mis rarezas. Lo haré algún día en privado con detalle. En todo caso, sí dejaré nota de mi primer paso por Mérida para recoger el premio de poesía de esa ciudad –y lo haré porque Leni deja caer en su carta que cuando me trataron bien en Mérida no dejé nota escrita–. Fue una Leni encantadora y cercana la que me recibió aquel día y me llevó de la mano por las estancias municipales y ante los políticos –yo creo que respondí con educación en todo momento y ensalcé el premio y el trabajo de la concejalía de cultura ante la prensa y la televisión local–. Me invitaron a comer –de puta madre, por cierto– y crucé un montón de palabras con su concejal durante la comida, en la que el tema monográfico fue la política local y sus relaciones con

Otsuji

Recibo a primera hora una delicia del inefable Ramón García Mateos, una edición de Silva editorial que bajo el título «Memoria [amarga] de mí» recoge un tiempo compartido y una mirada viva a un pasar que recuerdo cada día día de tristeza como mi felicidad. Visto el texto de Ramón, siento envidia por no poder editar este diario mío que es también el suyo para poder regalarles a mis amigos ese tiempo compartido de verdadera excitación. Y como una magia, llega junto a él otro libro de la Fundación Jorge Guillén que dirige el colega Antonio Piedra –gracias a Antonio por hacerme llegar todas sus exquisitas ediciones–, con un trabajo encomiable sobre la figura y la obra de Claudio Rodríguez, «Aventura»,... dos títulos para hacerme volver la mirada y sentirme tan importante como para que se me pongan los pelos de punta. Hoy no escribo más, porque no puedo, que tengo que seguir leyendo.

Bin Ueda

Los gritos públicos son constantes, se mezclan a millones en cada segundo que pasa y me nublan la cabeza hasta el punto de no saber determinar ni de dónde vienen ni lo que proclaman: «Baja el precio del petróleo... compra letras del Tesoro... bebe refresco de cola... tres suicidas en Guantánamo... el fútbol copa la audiencia... las pateras son cayucos... pierde tu vida en Afinsa... Irak ya no es importante... consume precocinados... se anuncian lluvias dispersas... cae la bolsa un tres por ciento... llama nación a tu casa... fuma Chester sin boquilla... los templarios son los padres... pon un río en tu vida... compra hoy y paga siempre... una epidemia no es nada... ... ...». Pero el puchero de los pobres se sigue congelando en invierno y el año se estructura con ese afán religioso de controlar las fiestas –que es controlar el mundo–, y vivir se sigue pagando al contado inexorablemente –un contado de tiempo que nos roban sin pudor–... Y los herrumbrosos ricos –¿de qué?– con sus casas bl