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Mostrando entradas de marzo 29, 2009

LA MUJER DE LOT [meme]

En esta entrada iré sumando los textos que vaya recibiendo para tenerlos agrupados. Mil gracias a todos por participar. Por cierto, también se admiten ilustraciones [enviadlas a mi mail y yo las subo... [felipe@lfediciones.com]. 1. ÁNGEL PASOS En Sodoma llovía azufre y Gomorra era una fiesta nuclear. El pobre Lot no lo tenía claro, aquello parecía Afganistán. Columnas de fuego, nubes, tinieblas... no había duda, Yahvé se había levantado atravesado, había que largarse a otra ciudad. Del norte vino el torbellino, así que fueron hacia el sur. La vida son dos días, se decían ─los dos eran pareja, con planes, con futuro, con hijas e hipoteca─. Daba grima verlos correr. Los ojos de Yavhé es que daban miedo, eran carros de fuego, ríos de lava, serpientes de papel. Su mujer no entendía nada Lot dijo: “No mires para atrás, que este tío nos mata” Pero, claro, pedirle a una mujer que no mirara era pedirle demasiado a una mujer. 2. ANÓNIMO (ruego identificación para cuando sea publicado) Desdeño

Un meme sobre la mujer de Lot.

Hay algunos iconos que contienen miradas infinitas y sugieren un alto contenido de belleza y un potencial creativo y reflexivo de mucho calado. Uno de esos iconos, que me ha perseguido siempre en pensamiento y lecturas, en poemas ajenos y en poemas propios es la mujer de Lot. Hoy reviso mis notas de lectura y encuentro en ellas, sin buscar demasiado, referencias constantes a este icono inigualable. Anna Ajmátova, la acmeísta rusa a la que pintó Modigliani cualquier día de perros, que su vida estuvo llena de días de perros, escribió en 1922 un excelente poema que tituló “La mujer de Lot” [título que rescataría en 1995 Amalia Bautista para darnos uno de sus mejores y más intensos poemarios, que fue editado en la colección “Llama de amor viva”, de mi genial amigo Rafael Inglada –aviso a los navegantes de que es un poemario imprescindible–], y en la misma línea y con el mismo tema, Wislawa Szymborska nos dejó otro poema par y con el mismo título, aunque algo más flojo que los antedichos… y

Hablar mientras pienso en otra cosa...

Hablar mientras pienso en otra cosa absolutamente distinta a lo que hablo es algo que me sucede con demasiada frecuencia, hasta el punto de que en algunas ocasiones respondo a mi interlocutor con palabras que no entiende y que le dejan estupefacto. Hoy me ha sucedido con un coleguilla que me andaba dando la tabarra con la historia de miedo de la CCM y los nuevos datos del IPC. Él me relataba todo lo que había leído en la prensa del día y lo que había escuchado por la radio y la tele, y yo le respondía con conectivas mientras pensaba en que me apetecía salir desnudo al frío de la mañana y correr como un loco levantando las faldas de las mujeres como si fuera un viento furioso… cuando mi amigo empezó a relatarme que, hace unos meses, los representantes del PSOE en la CCM expulsaron a los del PP y un montón de gente sacó sus ahorros inmediatamente, yo le dije sin más… “y llevaba las bragas blancas y mínimas…”. Se quedó callado y me miró con la carita rara. Me disculpé enseguida… “perdona,

Escaparme...

Jo… escaparme de este caos financiero como Houdini y hacerme un personaje de Sir Henri Rider Haggard… Ayesha o Allan Quatermain [aún recuerdo con verdadera emoción mi viejo periplo por el África negra de los massai y de los tatooga]… o viajar como Humboldt en la corbeta Pizarro hasta Cumaná… o reconquistar con Peary el Polo Norte… Ser otro entre otros, un espíritu libre sin ataduras memas, con pasiones constantes con las que sentirme especial solo para mí, con hambre y sin la estúpida quietud de estos pies de big foot nadando en estas botorras porreras beiges que llevo puestas… ser uno y suficiente, empecinado y grave, tozudo y como desparramado, campeón de mí mismo y desconocedor del fracaso… ser el que apaga la luz y el que la enciende, el que cambia de rumbo sin pensarlo y porque le sale de la puntita del capullo, el que no pisará jamás una consulta médica y hablará con cualquiera de igual a igual [ya sean tipos del pantano o presidentes de una república]…ser el que hace y deshace,

Por el camino de Amarillo...

Me levanté esta mañana con el soniquete de ‘Amarillo’, aquella canción de Tony Christie que fue eco constante en los años setenta –yo la tenía en un single que ponía una y otra vez en mi comediscos mientras intentaba a solas una suerte de baile parecido a un trote desbocado– y que decía algo así como… ‘por el camino de Amarillo, galopando en mi caballo, voy al pueblo de regreso para encontrarme con mi amor…’. Cuando me sucede esto, me tiro todo el día como un lorito, repitiendo la canción mientras hago mis cosas… hoy no es un día distinto, y ya se la he cantado al camarero que me ha dado cambio para tabaco, a una señora que me saludó por la calle y a los dos perros que andan sueltos por la Plaza Mayor de Maldonado. Joder, es estupendo, de verdad, pues, cuando voy por el día con banda sonora, parece que todo me sale mejor, ya que entro como en una suerte de bucle que me eleva –algo parecido debe sucederles a los derviches giróvagos– y me activa de una forma inusitada. Por el camino de A