Los cernícalos vecinos tienen este año tres polluelos frente a mi ventana, así que debe ser un buen año para ellos, pues en los tres últimos solo pudieron sacar una cría adelante… Mientras, yo desciendo hasta mis sandalias y descubro la herida de mis pies, y allí estáis vosotros, todos, como un formación de grullas o un falso paraíso, llenos de escrúpulos y sin saber gritar. Allí vuelvo al día en el que descubrí mi sexo, en el que supe que acabaría devorándome o haciéndome alga. Tiempo propicio para los cernícalos, éste en el que las madres ya no saben reconocer a sus hijos porque el olvido las tomó por sorpresa y los padres se han hecho viejos y no saben decir ‘que le den por el culo’ a voz en grito porque están acobardados. Ya solo me queda el espacio abierto y no tengo a qué sujetarme, ni una sombra bajo la que esconderme; ya voy solo con mis hijos a mi espalda, a tumba abierta, hacia lo que pase. Yo decido y me gusta. Presiento la serpiente y el pie pisa el helecho. Vivir es un ges...
Bitácora de Luis Felipe Comendador