Mi meta en la vida es percibir con claridad todo lo que me rodea, saber cómo y para qué debo trabajar con esa percepción clara, acompañar a mi pensamiento en el proceso y dejar que el resto del mundo vaya a su bola sin que me haga caer en sus trampas ni embeberme con sus estúpidos señuelos. Algo es algo, colegas, que a punto de cumplir los cincuenta sepa, por lo menos, cuál es mi meta en la vida. Otra cosa muy distinta es que llegue siquiera a acercarme a esa meta utópica. Quizá me hicieran falta mil años… Lo llevo chungo, ¿eh? (11:50 horas) Debiera escribir un libro con el título [parafraseando a Roger Wolfe] “Días perdidos en el teléfono móvil”. El caso es que no entiendo estos cacharros mágicos y esta mañana me he pasado dos horas enteritas de reloj intentando cambiar el pin al nuevo terminal que me han colocado unos tipos de Orange. No lo he conseguido, claro, por lo que tendré que hacer un esfuerzo ímprobo y mnemotécnico para memorizar otros jodidos cuatro números. Ya me había aco...
Bitácora de Luis Felipe Comendador