11 de abril de 2009 Volví a la obra de Farruco Sesto, ese descubrimiento venido de la mano generosa de mi amigo José Luis R. Antúnez, y no pude por menos que volver a pillar mis bolis Stabilo para darle salida a este “Salazón” y quedarme relajadito como un bebé. ••• Estrena tu luz, que la puerta se abre y entran las manos y los meses. Estrena tu luz en los líquidos salobres que rezuman las rayitas desde esas troneras de la carne por las que asoma el pez sin sus espinas, y vigila cómo maduran tus muertos en la sala de espera, junto al bosque de pájaros y tencas... allí siempre hay una silla dispuesta para aguardar a que todo madure y se haga comestible. Siéntate desnuda y siente cómo pesan tus pechos como ánforas sobre el vientre, cruza las piernas con ese don extraño de exprimir los pulpos, apoya las manos sobre los muslos y deja caer tu cabeza hacia donde esté el Sur... y espera a escuchar desde el silencio esa piel que cruje en los ganchos. Los muertos familiares son como las estacio...
Bitácora de Luis Felipe Comendador