Esther y yo durante mi estancia en Paracas en 2009. Quiero recuperar ahora parte de una entrada que hice desde Perú el día 11 de noviembre de 2009: “Ya de noche, salí con idea de cenar algo en los puestitos del paseo, y se me acercó una niña encantadora para atraerme con insistencia a uno de los puestitos. Me cayó tan bien, que entré al engaño sin pensarlo. La niña pasó todo el tiempo a mi lado durante la cena, primero preguntándome por asuntos tan comunes como mi nombre, mi país de procedencia o lo ‘raro’ de mis ojos verdes, y luego desatándose en un correlato infantil y maravilloso sobre mi única pregunta: ¿me puedes contar cómo sentiste el terremoto?... a la niña, que se llama Esther, se le iluminaron los ojos y comenzó una perorata divina que no acabaría hasta que decidí retirarme a la habitación de mi hotel para descansar un rato [en mi habitación, anoté antes de dormir todas sus palabras en mi cuadernito de Perú y las reproduzco aquí tal como aparecen]… “Estaba fumando un ci...
Bitácora de Luis Felipe Comendador