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Mostrando entradas de diciembre 14, 2008

Tu hija, viejo...

19 de diciembre de 2008 Fuiste a ver a tu hija, viejo, y te jodió un montón mirarla a los ojos, porque en el fondo eres un cobarde para los hijos. Supiste enseguida que está feliz e ilusionada, pero la camiseta pistacho que le sirve de uniforme “Imaginarium” se te clavó en la espalda como una daga retorcida y oxidada que te dejó una herida que habrá de sangrar durante largo tiempo. ¿Por qué no la recogiste y te la trajiste a casa?, ¿no era eso lo que te pedía el cuerpo entero?... pero no, la dejaste seguir en la cabrona lección de vida, atada a un trabajo esclavo y miserable, explotada por menos de quinientos euros al mes en ese centro comercial de mierda donde el oropel esconde la oscura necesidad de todos. No tienes cojones, viejo, para reconocer en voz alta que la juventud debe vivirse y beberse sin esos golpes bajos que hoy le llegan nítidos a tu hija... no tienes cojones para gritar ¡basta ya! y traerla a tu lado sin medir el absurdo futuro y esa tonta ambición de que termine sien

Un detalle de Juan Cameron.

Anoto la generosa crítica que Juan Cameron ha realizado sobre mi obra en el semanario sueco "Liberación" en habla hispana, y lo hago no sin explicar que me gusta mucho sentir por un ratito al Narciso Comendador sentado a mi ladito. Mil gracias por tu generosidad, Juan, y por el aire fresquito que me metes en los pulmones en estos días espesos. La noticia podéis encontrarla en edición web en la página que sigue: http://www.liberacion.press.se/anteriores/081212/notas/cameron.htm « Poesía de Luis Felipe Comendador VUELTA A LA NADA Por Juan Cameron. Con una escritura más cercana a lo cotidiano que al mero discurso literatoso, Luis Felipe Comendador -por lo vital y sanguíneo- conforma un puente entre la mejor poesía de los Cincuenta en España y la actual lírica americana. Así se desprende de su recopilación Vuelta a la nada (Poesía reunida), del año 2002. La poesía de Comendador -que se recomienda- tiene visos nadaístas a pesar de la distancia geográfica e histórica con los magníf

Ce n'est pas cela...

18 de diciembre de 2008 “ Ce n'est pas cela. J'essaie de conserver mon corps en bon état. Je suis peut-être mort, je ne sais pas. Il y a quelque chose qu'il faudrait faire, que je ne fais pas. On ne m'a pas appris. Cette année, j'ai beaucoup vieilli. J'ai fumé huit mille cigarettes. Souvent j'ai eu mal à la tête. Il doit pourtant y avoir une façon de vivre ; quelque chose que je ne trouve pas dans les livres. Il y a des êtres humains, il y a des personnages ; mais d'une année sur l'autre c'est à peine si je reconnais leurs visages. Je ne respecte pas l'homme ; cependant, je l'envie. ” [Michel Houellebecq] [No es eso. Trato de conservar mi cuerpo en buen estado. Quizás esté muerto, no lo sé. Hay algo que habría que hacer y que no hago. No me lo han enseñado. Este año he envejecido mucho. He fumado ocho mil cigarrillos. Me ha dolido, a menudo, la cabeza. No obstante debe haber una manera de vivir; algo que no se encuentra en los libros. Hay

Ya soy un tipo con sombrero.

17 de diciembre de 2008 Hoy me regalaron un sombrero y una primera edición de “Luz desde el sueño”, de Vicente Gaos [Ed. Halcón, 7. Valladolid, 1947], y estoy como un crío con zapatos nuevos, mirándome en el espejo mientras intento poner carita de Bogart [solo me sale un ligero asomo de Buster Keaton] y pensándome para lo que venga con ese cráneo de repuesto... la verdad es que con sombrero me encuentro bien, jeje, de puta madre. Decía el Sarduy más jocoso que no es la muerte la que derrumba con su hachazo, sino el turbio espejo que nos tiende. Y yo me río de mí, y me gusta hacerlo, y más hoy, con sombrero de ala y todo. Y luego llegó Malick diciendo: “soy gilipolla, gilipolla, papá, que me suspendí porque salí del aparcamiento en segunda, no valgo pa na, papá, pa na...”. A mi rebonito le habían suspendido por segunda vez en el examen práctico para obtener el carnet de conducir, y encima se ha ido al paro y los trabajos que le ofrecen son todos con carnet... “gilipolla, papá, todo ente

Fabular y confabularse.

16 de diciembre de 2008 El hombre es dado a fabular constantemente [la mujer quizás más... y no se me echen encima las hermosas feministas que conozco, que estoy para el arrastre y no necesito absurdos estos días], mira y ve donde no hay, hace un círculo negro sobre blanco y se dedica a lanzarle dardos buscando verosimilitud, adjetivos y nombres, verbos y sobrasada... y luego arma un escenario para su trama nebulosa [que al paso de los días se vuelve absurdamente nítida] y suma actores... y cuando el libreto de la fábula está casi ‘imperfecto’, pues que busca a otros hombres para pasar de la fábula a la confabulación... y así se va creando el arma sigilosa del bulo que va de boca en boca... Por eso no me gusta el hombre social, porque acomete contra otro hombre sin razones probadas por no saber darle una salida hermosa a su impronta literaria más genética. Sí, a mí me encanta fabular, igual que a todos... quizás más que a casi todos, pero aprendí hace tiempo de un par de maestros tan g

Isabel y Vicenta conocieron la nieve.

15 de diciembre de 2008 Disfruté como un crío chico con Vicenta e Isabel [dos encantadoras paraguayas que se buscan la vida con mucho esfuerzo en nuestra ciudad... Isabel cuida a mi suegro Ángel]. Empezó a nevar fuerte al mediodía y Ángeles me llamó para decirme que Isabel estaba flipando en colores mirando por la ventana como caían los copos [era la primera vez en su vida que veía la nieve cayendo con intensidad y cuajando en las calles] y que dijo para sí: “si pudieran verlo mi hijo Rubén y mis nietos...”. Así que me armé de cámara y abrigote y me fui a buscar a Isabel a la casa de Ángel. Estaba recogiendo el mantel cuando llegué y le dije: “déjalo todo como está y vente conmigo a hacernos unas fotos de nieve para que las envíes a Paraguay”. Se le encendieron los ojitos y corrió a abrigarse. Al salir a la calle, que estaba resbaladiza de cojones, le dije que se agarrase fuerte de mi brazo para no caerse, y lo hizo bien fuerte. Subimos hasta el parquecito de El Murallón y allí se enco

Nieve posándose.

14 de diciembre de 2008 La nieve volvió a posarse esta mañana en los tejados y a dejar en la sierra ese azucarón de bolla que ilumina el valle con sus reflejos. Ver la ciudad así me pone contento, me empuja a meterme en el frío como un espantapájaros y a sonreír, y lo hago. Mientras paseaba por lo blanco del montecito cercano, no sé por qué, me acordé de pronto de Marina, de su eterna sonrisa y de esa mirada sobresaliente a la vida desde el mejor tono vital que conozco. Siempre fue una mujer con dos cojones... y no sé por qué, también, dejé de pensar en ella de pronto. El frío estaba mostrenco y decidí encerrarme un ratito en la lectura, pues Ángeles anda de exámenes y es mejor no molestar en esas circunstancias que tanto le perturban. Pillé la recién adquirida antología de poesía náhuatl [“La tinta negra y roja”] de Miguel León-Portilla y a la media hora comprendí que hoy no estoy para lo angélico [“Por fin lo comprende mi corazón: / escucho un canto, / contemplo una flor. / ¡Ojalá no