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Mostrando entradas de septiembre 24, 2006

Veikko Antero Koskenniemi

A la poesía se debe llegar sabiendo que no va a ser un fin en sí misma, y que sublimarse en ella sin otro interés que el de gozo por el conocimiento que propicia es su mejor valor. Nunca poesía para herir, para encantar, para derrotar, para conquistar... y menos para vender. Siempre poesía para el conocimiento, para la serenidad, para el gozo del sentimiento vivido. No para la autosatisfacción, nunca, sino para el autoanálisis. En fin, que la poesía nunca debe ser «respuesta»... debe ser «pregunta». (21:07 horas) Emotivo y entrañable el acto de entrega del Premio Libertad. He sentido el cariño de mucha gente y he visto a todos nuestros muchachos felices por este reconocimiento al trabajo desinteresado de todos durante un montón de años. Confieso que se me puso un nudo en la garganta en el justo momento en que Jesús Márquez interpretó mis poemas y no se me fue ni en la intervención deliciosa de Ramón Hernández, ni en la entrega del galardón, ni en las palabras finales de Jesús Caldera.

Matti Yrjänä Joensuu

Hoy, mi mujer y mi hijucha me han regalado «Escrutaba la locura en busca de la palabra, el verso, la ruta», de Charles Bukowski, un libro que tenía muchas ganas de leer desde hace tiempo, que pedí varias veces a mi librero y que nunca conseguí que me lo trajese. Mañana le daré entrada y fin. Por otro lado, ando reflexionando sobre la obtención del Premio a la Libertad que mañana nos será otorgado de manos del Ministro Jesús Caldera. No hay duda de que es un bonito empujón que nos llena de responsabilidad y de ganas renovadas, sobre todo un magnífico empujón para Juan, sobre cuyas espaldas siempre ha pesado la responsabilidad de nuestra actividad social y solidaria. Espero que mañana sea el día que marque el principio de nuevos proyectos y de mayores riesgos. Dejo aquí mi abrazo de hermano al compañero de fatigas Juan Hernández, el Juanito de siempre, a la vez que le aseguro que es uno de los tipos más importantes de mi vida –y de la de muchas otras personas–. Eres grande, hermano, el m

Tove Jansson

El efecto de la libertad es siempre doloroso, y por ello califico a la libertad dentro del capítulo de tragedias, y con nota alta. Y es que la libertad en sí no puede contemplarse sin sus efectos y sin las carencias que nos llevan a buscarla. Quizás en la soledad del pensamiento pueda llegarse a encontrar algo parecido a una libertad feliz, aunque me parece harto difícil. Lo correcto sería definir en cada ser humano, desde bien pequeñito, el concepto de libertad y el de utopía, enseñarle que la soledad es imprescindible para acercarse a la idea de libertad y que el otro –sólamente un único otro– supone ya la impracticabilidad del concepto. Si la libertad llega por lucha personal, acotarás tu territorio libre para que no sea agredido –¿es eso libertad?–, si llega por el trabajo de otros, te sentirás atado a su idea de libertad y eso mismo te robará la tuya; si llega por azar, sinceramente, eso no es libertad, porque no la apreciarás como tal. La libertad sólo se aprecia en su patente ca

Anna-Leena Härkönen

No sé educar y sólo acumulo fracaso tras fracaso en esta tarea que me hace vaso vacío. «Educar», ¡qué mierda!... Y de mis fracasos constantes, una pregunta igualmente constante: ¿Para qué, educar para qué? Fracaso en el «cómo» y no sé el «para qué»... Magnífica situación en la que me encuentro y me ahogo. (21:42 horas) Yo siempre he dado mano abierta a mi instinto, lo exploro a diario, lo ayudo y me empeño en conocerlo. Y sé que al afirmar esto entro en contradicción con toda mi defensa de los valores reflexivos, pero no me importa. Intento llegar cada día a moverme en una mezcla de instinto y reflexión que me hace ser una especie de oxímoron con zapatos, pero siento en mi interior que necesito buscar un equilibrio entre estos contrarios, obligarlos a convivir en mí y conmigo. Ser consciente de esta lucha me proporciona placer, y tal placer me lleva muchas veces a correr pequeños riesgos que me animan (de “ánima”). Me encanta vivir en la contradicción –pero ser consciente de ello. (22:

Martti Haavio

La precaución. Siempre sujetando nuestra debilidad con asuntos inútiles con los que protegernos. Tiempo perdido en una autodefensa que probablemente no nos servirá para nada. Qué ingenuidad la de las precauciones tomadas con un apriorismo tan extenso que sea capaz de hurtarnos al placer. ¿No será mejor correr a tumba abierta y luego, cuando el suceso llega –sea de placer o dolor, que no importa–, buscarle un significado, crearse, recrearse o autodestruirse. La precaución nos quita tiempo de vida mientras pensamos en vivir dentro de unos márgenes de seguridad que no nos permitirán vivir. (22:23 horas) Hoy me han regalado un extraño libro de poemas de Marián Bárcena (a la que no conozco de nada) en edición bilingüe castellano/inglés, «Nociones del imperio/Notions of empire» con unas bellísimas acuarelas de María Teresa Martín y traducción de Mike Escárzaga. Lo más sobresaliente es el lujo de la edición de «Reino del aire» para un volumen que no tiene pinta de venderse más que como objeto

Paavo Haavikko

Cómo me gusta el desinterés, llegar a todo desde él y salir de todo con él, porque en el desinterés se disfruta de lo que nos rodea, de lo que nos contiene y de lo que nos ata sin buscar una finalidad. Ahí es donde radica el valor del desinterés, en que no conlleva esa carga de rigor y voluntad con la que se acomenten las acciones o cosas con vocación de finalizarlas. El mundo sucede, sucede el hombre, deviene inexorable la naturaleza y hay cosas que permanecen y otras que mutan... y yo mirando con desinterés, chupando el néctar de lo que me resulta superior y desdeñando lo que me parece inferior, sin otorgarle importancia ni al paso ni a lo que promete no perecer. Todo sigue y seguirá cuando yo no lo mire... o nada existe ni aún posando mi mirada sobre ello. ¿A qué, entonces, hacer un esfuerzo que no sea de placer por las cosas y los seres? Sólo en gozarlo todo con desinterés veo un buen proyecto de vida.. de vida satisfactoria que se enreda en un bucle de lo inacabado.

Aatos Erkko

Sin adaptarme aún a los rigores del curso escolar, estoy contento porque mis chicos parece que han empezado con ganas –aunque esto no es como empieza...–. Sigo (seguimos) sufriendo la enfermedad de Mada y el encono de Ángel contra lo que sería la mejor solución para todos: contratar a una persona para atender de forma constante a Mada en casa. No entiende el colega que está descabalando nuestras familias, y esto afecta a la educación de los hijos y a las relaciones de pareja. ¿No le iluminará su Dios de una puñetera vez para que acepte cambiar el sacrificio constante de todos por un pequeño sacrificio económico –también de todos– que nos haga llevar el asunto con más dulzura y menos tensiones? En fin, que seguiremos comiéndonos este marrón por el camino difícil, el de ganarnos el puñetero cielo por el sacrificio inútil y diario. ¡Bah! (16:56 horas) Odio el melodrama cuando se trata de la vida, esa actitud tan común (y tan católica) de ver el mundo sin la mirada práctica de la lógica. T