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Mostrando entradas de noviembre 22, 2009

Me dejo la vida en eternas dilaciones.

Medio que me voy metiendo otra vez en la cosa bejarana y lo hago leyendo los agravios y los desagravios que se traen entre manos JASP y Antonio G. Turrión [en este momento me parecen tan “magras” este tipo de historias que parten de la nimiedad de que el tal don Ernesto Jeminguay pasase por nuestra “magra” ciudad estrecha, que me da como la medio risina y me pongo también algo triste porque no caemos en la cuenta de dedicar nuestros esfuerzos [todos] a arreglar vidas que sí suponen un verdadero y duro agravio a la Humanidad… y se me perdone este resto viajero que me acaba de salir, pero es lo que pienso mientras mantengo la herida abierta de los niños deambulando por los arenales de Moche, sin agua y sin gente que los cuide, buceando entre la basura para encontrar algo que probablemente acabe en sus bocas hambrientas… me río yo de los viajecitos de don Ernesto y de las discusiones bizantinas sobre el estropajo de si venía de Palencia o Salamanca y si se dirigía a Mérida, del sobre qué

Perú [35] :: Los viajes del viaje (VI) ::

EL VIAJE ALUCINADO El “Bar Lagunilla Che” en el centro del desierto de Paracas, el “Edificio Jusán” en una de las cuadras de Trujillo, el crucifijo inexpresable con una gaviota constante en su cimera, tres taxistas empujando sus taxis hasta el próximo dispensador de fuel [siempre van justos], la vendedora de cáscaras de naranja y toronja hechas hilitos, los numerosos y distintos cuerpos de policía ocupándolo todo, los cacheos en las agencias “Soyuz” y “Línea” [para hacer un viaje de autobús por el interior del país tienes que dar tu documentación completa, poner tu huella dactilar junto a tu firma, pasar un arco de metales y pasar un rígido control de equipaje], las librerías que te ofertan libros nuevos, libros viejos y copias de ambos a menos de la mitad de su precio; los niños en la calle vendiendo cualquier cosa, los limpiabotas sumisos, las vendedoras de carretera ofreciendo mil productos que llevan no se sabe dónde, el continuo latir del sismo [“no importa, no pasa nada, solo se