Esta página ya la había leído en otro libro... lo mismo en otra vida, si es que las vidas de uno pueden ser otras vidas... el caso es que ya la había leído... y me dio por pensar cómo se tejen las ideas en mi cabeza, cómo desplazan su porte a las palabras y a los gestos, cómo se orinan los sueños sobre los cuencos de los ojos (los ojos solo se hacen cuencas cuando lloras)... y entonces me dispuse como a morir, porque hay horas en el día, minutos quizás, en las que estoy dispuesto a morir por bien o por mal, pero a morir... sí, las palabras son creadoras de silencio (cuando no de confusión), como el mundo del hombre, arrasado mil veces y vuelto a levantar... ves, no pasa nada. En dos o tres o cuatro o cinco o seis generaciones todo habrá cambiado... y no estarán los hombres amargos de ahora, aunque estarán otros a los que daremos la vida para que nos la destruyan... pero no estarán los hombres amargos de ahora, que es lo que a mí me importa, habrán muerto con sus cosas, y eso me ...
Bitácora de Luis Felipe Comendador