¿Qué tengo que no me tengo? –me pregunto– y luego me descyrano para hacerme un Melchior Sternfels von Fuchsheim de pacotilla –lo dicen mi pantorrilla, mi muslo con su muslera, mi ingle derecha y torera y mi nalga de asturcón–… ¿dije cartón?… no, qué coño, dijiste ‘asturcón’, madroño . El caso es que me despierto –medio muerto–, me desperezo y empiezo a intentar salir sin daño del lecho que hace el engaño de una mortaja de paño, pero que tan solo es lecho, con su catre y su colchón, con sus sábanas lamidas, con dos mantas ‘Mora’ heridas y un voluptuoso edredón… digo que me desperezo y dejo caer al suelo de baldosas frigorosas mi cuerpo desencorchado mientras me agarro los flancos para sujetar los trancos de este dolor que me habita… ya en el suelo, se me agita la mente del despertar –es decir, que el baldoseo enfría mi cuerpo reo y me entran esos ‘memeos’ que dan al desabanar–. Levanto mi brazo fuerte buscando un apoyo sólido, hago palanca y, estólido, busco en quince movimientos...
Bitácora de Luis Felipe Comendador