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Mostrando entradas de agosto 1, 2010

Pensando en mi Aisha.

Pensando en mi Aisha, que es rebonita y luminosa, me he puesto a trabajar en una especie de ídolo inconcreto hecho en piedra artificial y trabajado con papel, cola blanca y vinilo, algo que intente representar un antes que yo no conozco en parte, pero que me gusta imaginar, y sugiera un después en clave de destino. La verdad es que apenas he intentado cosas sobre volúmenes, pero Aisha me pide novedad y estoy disfrutando como un crío chico buscándole al asunto cierta cosa chamánica a la que no sé llegar... el caso es que me he puesto manos a la obra [es decir, en pleno proceso destructivo] y me siento magníficamente instalado en un hacer con las manos que me tiene entre la curiosidad, la atención y el juego de acierto/error que tanto me gusta. Os enseño unas fotinas de cómo va el asunto.

"Formol con Havana 7" (6)

En la Comuna de París, dos brigadistas hacían mofa de un joven diletante alemán que miraba embobado la Balsa de la Medusa de Gèricault mientras farfullaba en un francés lleno de aristas que el Infierno de Dante era una imagen perfecta de ese tiempo de hogueras. Cuando el muchacho se percató de que era objeto de las burlas de aquellos hombres, les increpó encendido: «Miraos un momento. ¿Acaso os reís de mi gozo por la contemplación de esta belleza única?... ¿o quizás lo hacéis de vuestra patética revolución proletaria? Queréis el reparto igualitario de la riqueza y sois incapaces de saborear lo prohibido de este santuario del poder opresor. Si lucháis por comida y por dinero, tomad mis pocas viandas y estos escasos francos, gastaos hasta la última moneda en vino y en mujeres, pero no minéis mi hambre estética con vuestras sonrisas maliciosas. Dejadme disfrutar de esta belleza única que ha sido negada a los ojos de los proletarios...». Los dos hombres, comiéndose el orgullo que les daban

Deriva a cualquier parte...

Deriva a cualquier parte, como un barco sin velas o un asunto que va de boca en boca... piérdete sin querer en un caos de escaleras y que no se te ocurra volver a guardar tiempo en la alcancía, porque vas a perderlo... llama a gritos a alguien o detente a tocar las cartas viejas con las manos sudadas... mira y quédate todo lo mirado en la retina, y haz un archivo grande de imágenes que jueguen a mezclarse como la leche fría y el azúcar tostado... Somos de contrapesos nítidos y también de pesas falsas, tortugas con su casa y con sus cosas siempre a cuestas... y también a veces un horno de miradas donde hacer dulces o pan reciente... entonces te llaman de un medio donde van a entrevistarte en unos días y sientes que su miedo es visceral, que te temen sin siquiera haber visto tus ojos una vez... y quieren saber todo lo que vas a decir, quieren saber tus luegos para ese control bobo de un absurdo directo que pasará de largo por miles de oídos sin atención ni ganas... ‘qué debo decir’ debie

"Formol con Havana 7" (5)

Cuando Marc Chagall estaba pintando «El muerto» en su estudio de San Petesburgo, su tío tocaba el violín sentado sobre la chimenea del tejado de la casa. En la calle acababa de fallecer un hombre de muerte natural y las vecinas habían rodeado su cadáver de velas mientras llegaban los empleados públicos encargados de retirar el cuerpo. Un barrendero hacía su trabajo de limpieza ajeno a aquel deceso sobrevenido como una parte más -no sé si la única- de la vida. Mientras manejaba el pincel, Marc pensaba en cómo se ha de pintar una calle con formas físicas, pero sin literatura; en cómo construir una calle tan negra como un muerto, pero sin simbolismo. Yo, entonces, aparecí por la casa, como era mi costumbre, para ver el trabajo de mi amigo y para departir con él. Marc estaba risueño y triste a la vez, como casi siempre. Le describí el rictus de la cara del muerto y el gesto patético de una mujer alborotando entre gritos y llanto y, en un instante eterno, le vi trabajar con los rojos y suma

"Formol con Havana 7" (4)

A Eduardo Arroyo no le preocupaba tanto la propuesta pictórica de su obra como la ésthesis que le llevaba a pintar. Por aquellos días andaba enredado en una obra sobre Walter Benjamin que sería la insignia del diario «El País» en «ARCO». Yo le visitaba frecuentemente y, mientras él trabajaba, charlábamos de esa lógica estética tan bien diferenciada de la lógica del conocimiento formulada por Aristóteles o de la lógica de la voluntad que enunció y desarrolló Herbart. Así, mientras que la belleza tenía franca correspondencia con la lógica del conocimiento y la benevolencia con la lógica de la voluntad, la lógica estética se abría a nuestros ojos con un claro componente de «no utilidad» -que no «inutilidad»-. No obstante, Eduardo insistía en dotar a su obra de una enseñanza, de un antes y un después narrativos que conformasen un paréntesis poético que resultaba ser la misma creación, sumándole una ética personal a esa estética globalizadora y llegando, así, a una voz propia perfectamente

"Formol con Havana 7" (3)

Salvatore Quasimodo recogió su premio Nobel y se fue a comprar almendras agrias, dejando a la curia política sueca con dos palmos de narices. En el puestecito donde compró las almendras amargas se encontró con un anciano español y se enzarzaron en una conversación en la que se mezclaban el inglés, el italiano y el castellano. El anciano español, que respondía al nombre de Alberto Segade, le mostró su admiración por saber degustar esas difíciles almendras, y Salvatore Quasimodo le dijo: «Amigo, la poesía arrastra a la vida y la política empuja a la muerte; por eso necesito sensaciones físicas no demasiado agradables al paladar, porque vengo de un acto político en el que he sido protagonista y al que he asistido sólo por dinero». Alberto frunció el ceño y aprovechó para contarle su azarosa vida entre El Ferrol, Barcelona y un pequeño pueblo de Salamanca, mientras salpicaba la historia con algunas anécdotas de políticos infames. «Habría que hacer una nueva revolución» -terminó diciendo. «

"Formol con Havana 7" (2)

Estaba yo escuchando ese día la ópera «María», de Astor Piazzola, cuando llamaron a la puerta con cierta insistencia. Abrí. Ante mis ojos estaba el mismísimo Friedrich Hegel con un legajo entre las manos. Me rogó que le permitiera descansar para reponerse del esfuerzo que le había supuesto llegar hasta mi casa -vivo en un sexto sin ascensor. Mientras Hegel descansaba, le pedí con la mirada que si me dejaba echarle un vistazo al legajo, a lo que asintió con una leve sonrisa. Una leyenda que rezaba «Vorlesungen über die Aesthetik» ponía título al conjunto. Los papeles estaban teñidos de grafías ilegibles y apretadas, de tachaduras y correcciones. – Son mis lecciones de estética -me dijo Friedrich. Y pasamos el día y la noche discutiendo sobre esa teoría filosófica de lo bello que tantas horas de reflexión le habían llevado. Sin atender a mis múltiples ofrecimientos de bebida, Hegel cabalgaba como un avezado jinete sobre las ideas de la crítica y la perceptiva, a la vez que intentaba defi

Y que me encontré con Fernando Jover...

Oye, que nada, que entre algunas malas noticias de muertes y enfermedades cabronas de cercanos, llegó Joselín de EEUU cargado con periódicos, recortables y una camiseta molona de San Francisco en color café y de mi talla... y que estábamos tomándonos una horchata de chufa y se me presentó como si nada el coleguilla Fernando Jover, director de cine y amiguete entrañable con el que enlacé hace justo un año, durante la Semana de Cine Español bejarana... charlamos, reímos, nos contamos penitas [entre ellas la muerte del poeta venezolano Alberto Arvelo Ramos, al que tuve el placer de dedicarle uno de mis libros que le hizo llegar Fernando ]... yo le regalé una cámara de cine americana de los años treinta y él me dedicó el DVD de su último trabajo cinematográfico, “Champagne Supernova”, una hermosa metáfora sobre el dolor de la soledad [más dolor que el dolor] protagonizada por la deliciosa Assumpta Serna y David Villaraco, una metáfora que juega al desconcierto y trae un tema grande [a much

"Formol con Havana 7" (1)

Me apetece un montón ir recuperando poco a poco en esta bitácora los cuentos que completan mi libro "Formol con Havana7" [Delaluna libros, Mérida]... Ahí va el primero: Nunca nadie supo que Armand Després, después de su discurso sobre los malos efectos de la asepsia en la cirujía -pronunciado ante la gran aceptación de sus colegas en la Academia de Medicina Francesa-, asistió la operación urgente de su hijo Fernand -atropellado por un carruaje en la Rue Robespierre-, lavándose la manos con un fuerte jabón de sosa y esterilizando todo su instrumental con un cognac de extraordinaria añada. Que una cosa es el prestigio ante la masa y otra muy distinta la familia. © lfcomendador • Propiedad editorial de "de la Luna Libros"

Josetxo Lamy expone en Béjar.

Esta mañana recibí un mail invitándome a la exposición de un magnífico amigo de la forma que sigue: "El próximo día 4 de agosto se inaugurará la exposición del artista donostiarra Josetxo Lamy. Será a partir de las 20:30 horas. Esperamos tu asistencia." Y hace unas semanas escribía el texto que copio abajo para mi amigo Josetxo Lamy con motivo de otra exposición que inauguró hace poquito. Estaré presente junto a J., que me apetece mucho, en el día de la inauguración... va el texto: Pelados, tristemente naturales, en inmovilidad de largas crines desgarbadas, sumisos a confines abalanzados por los herbazales, unos caballos hay. No dan señales de asombro, pero van creciendo afines
 a la hierba. Ni bridas ni trajines. Se atienen a su paz: son vegetales. Tanta acción de un destino acaba en alma. Velan soñando sombras las pupilas, y asisten, contribuyen a la calma de los cielos -si a todo ser cercanos, al cuadrúpedo ocultos- las tranquilas orejas. Ahí están: ya sobrehumanos. Jorge

"La ciudad incuba huevos muertos". Metáfora oval para "La Webera"

Acabé por fin la serie que me encargó Cati para "La Webera"... y he quedado agotadito y con las manos hechas unos zorros.

Día completito con cernícalo.

Resulta curioso cómo las crías de cernícalo que caen todos los veranos desde el tejado de mi casa, siempre buscan refugio en mi coche... o se esconden debajo de él o simplemente, como el que veis en la foto, se posan en el techo y esperan a que los recoja. La verdad es que ayer el día salió completito... tuneé trece huevos, besé a mi Aisha bonita [que ya sale de paseíto con Sandra y You cuando cae el sol y la temperatura es soportable], abracé al tío Antonio [que andaba en camisetina de tirantes por la calle Colón a las once de la noche] y salvé a una cría de cernícalo que había caído desde el tejado de mi casa ensayando sus primeros vuelos [todos los años me toca salvar a algún cernícalo –este mes es el segundo– y ya tengo muy aprendido el sistema, pues tengo localizados los nidos y el acceso al tejado desde el que devolverlos a su seguridad... antes los entregaba al Seprona, pero eso no me dejaba buen cuerpo –estaban conmigo mis hijos y sacaron unas fotos del proceso–]. Así que dor