Ir al contenido principal

"Formol con Havana 7" (6)


En la Comuna de París, dos brigadistas hacían mofa de un joven diletante alemán que miraba embobado la Balsa de la Medusa de Gèricault mientras farfullaba en un francés lleno de aristas que el Infierno de Dante era una imagen perfecta de ese tiempo de hogueras.
Cuando el muchacho se percató de que era objeto de las burlas de aquellos hombres, les increpó encendido: «Miraos un momento. ¿Acaso os reís de mi gozo por la contemplación de esta belleza única?... ¿o quizás lo hacéis de vuestra patética revolución proletaria? Queréis el reparto igualitario de la riqueza y sois incapaces de saborear lo prohibido de este santuario del poder opresor. Si lucháis por comida y por dinero, tomad mis pocas viandas y estos escasos francos, gastaos hasta la última moneda en vino y en mujeres, pero no minéis mi hambre estética con vuestras sonrisas maliciosas. Dejadme disfrutar de esta belleza única que ha sido negada a los ojos de los proletarios...».
Los dos hombres, comiéndose el orgullo que les daban sus armas, fueron presa de una vergüenza digna y agacharon sus cabezas. Uno de ellos preguntó con la voz temblorosa: «¿Cuál es tu nombre, camarada?». El chico, ajustándose sus lentes de miope, le contestó orgulloso: «Peter, me llamo Peter Weiss, y soy de Norwaes».
En el Cerro del Hambre, las múltiples huertecillas que trabajaban los vecinos para pasar mejor la hambruna de la guerra conformaban una acuarela luminosa y verde.
Un afiche rojo y negro sobre una pared salpicada de metralla era el único indicio de entusiasmo.


© lfcomendador • Propiedad editorial de "de la Luna Libros

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj