Sé que no me he formado con mis lecturas, y menos con lo que la enseñanza oficial me quiso prestar durante unos años. No. Mi formación, mala o buena, ha llegado siempre de forma accidental y azarosa. Siempre de forma circunstancial y sin buscarlo. Todo lo que he escrito o pensado procede de tristezas y alegrías, de palos y contados éxitos, de conversaciones con amigos y enemigos, de miradas lánguidas o encendidas, de tardes de profundo aburrimiento y de noches rojas como sexos abiertos, de días tirados por la borda y de demasiadas ganas de desaparecer… y sobre todo de haber sabido buscar en cada experiencia notable una obsesión y una respuesta rápida. Cada día me convenzo más de que la lectura actúa en mí distorsionando y sacándome de la vereda que debo seguir… por eso ya casi he dimitido de leer prosa y probablemente me plantee dejar de leer poesía. Las palabras me engañan si no soy yo quien las pronuncia y quien las escribe, me hacen dar pasos atrás que no debiera dar. Leer es pernic...
Bitácora de Luis Felipe Comendador