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Mostrando entradas de agosto 19, 2007

Merenguitos y cagones...

En mi Treblinka particular hace calor estos días y huele a tabacorro que tira para atrás porque se me ha acabado el ambientador hortera que se conecta a la red. Así y todo, trabajo como un imbécil sin saber por qué ni para qué. En fin… Que vinieron de visitilla los Marinos con su Ana y tomamos café y charlamos un poquitillo de todo lo habido y por haber… y disfruté del Marinín, que está rechulo [aunque sea un cagalera madridista], y todo a pesar de que me llamaba ‘Chúster’ para putearme desde sus envidiables diez años. Verás, Marinín, que el Madrí es el equipo del régimen y se nutre de poca imaginación [hasta para elegir colores]… ¿que habéis ganao mil ligas y nosecuantas copas?… pues sí, pero es un equipo de sosos peseterillos con complejo de superioridad, coño. Además… ¿a qué otros deportes apoya el Madrí que no sean el fútbol negociero y el basket morcillón? Cuando tengan equipo de balonmano, de ciclismo, de piragüismo, de atletismo, de tenis de mesa, de hokey, de fórmula 3, de mus…

Eso...

Las cenas pantagruélicas de otros, el alcohol del estío, la rodilla derecha que se duerme por falta de riego, el pan a las dos, el circo de la gente, el calor asfixiante de mi local a veces, la carita de niña de mi hija, el ardor en la esquina siguiente, la prisa para todo en un ‘pornada’, la ingratitud aneja, el sabor a sordina de algunas ‘amistades’, la presión a deshora, el culo memorable de una mujer que caminó delante de mí esta tarde, lo gris en todas partes, un poema de Rilke que no atino a entender, el recuerdo de un antes que ya se ha hecho nunca, las sonrisas más falsas, el rencor como salida extraña, la política, el sudor frío de ayer, soñar en alto igual que anteanoche, el fresco de las sábanas, un cuerpo, la voz de cada uno, la de todos, el tridente del Barça, castañuelas, olivas con anchoas, Cubino por la tarde gesticulando un poco, el ardor, el amor, las canciones de Madeleine y un poco de rubor para la cena. De LECTORAS

Lunares.

Hay lunares para todos los cuerpos de faralaes. Por ejemplo, amigo Pablo, el par de lunares de E. Medel [enormes sobre el cuerpo embikinado de su poesía- –proesía–]… o los lunares móviles del cuerpo bizantino y muerto de Pepe Hierro [que no era peor que José Ángel Valente, pero sí mucho más majete]… o el lunar de la Pizarnik cuando escribe “no sé si amo u odio… eres muy capaz de suicidarte, no por lo que eres sino por lo que no eres…”… o esa galaxia de lunares itinerantes que corren desde tu hermano Diego hacia mí y luego regresan [entrañables lunares que más que de melamina están hechos de silencios]… o los lunares blancos de aquel grito Pavese en forma de pregunta [“¿O no es quizá la verdadera caridad este lanzamiento violento de sí mismo?”]… o ese lunar canalla que corola algún pecho de mujer deseada… o el lunar del rijoso personaje mediocre que medra y lo tatúa… o el lunar infinito de Youssouph o Malick… o el lunar del dinero [postizo y practicable, como la peor poesía]. Conozco mi

Cuando mis hijos duermen...

Cuando mis hijos duermen, yo no sé velar su sueño, pues se me ha caído esa piel protectora que daba seguridad y no me ha crecido una nueva. Pero los miro, los miro fijamente por las noches, cuando están derrotados, y siento un temor hermoso y lleno de contrastes. Son magníficos y vulnerables, pero van aprendiendo a saberse y a ser por sí mismos… su seguridad me hace sentirme inseguro, su fuerza me llena de debilidad y sus ganas de comerse el mundo entre sonrisas me hace temer como nunca he temido. Guillermo es abrazable, campeón de la más hermosa de las fantasías y absolutamente vivaz. Dibuja con auténtica vocación y su valor es el blanco impoluto, la divina candidez y el saberse querido. Cuando le observo mientras duerme siempre se me viene a los ojos aquel día cabrón en que una puerta le descolgó la falange de su dedito meñique… la sangre aparatosa, sus gritos incosolables de dolor y mi incapacidad absoluta por evitarle el daño. Aún derramo lágrimas por aquello. Es como yo era de niñ

El loco.

El loco me vomitó en la cara a media tarde y me dejó restos de su vehemencia para masticar… y salté, y me rompí en un estallido de ira hecho de la irresponsabilidad de otros, y grité como aturdido contra el mundo cercano. Un tipo que estaba al lado me dijo algo así como: ‘esto te pasa por ser empresario’… y yo le contesté que me pasa por ser gilipollas. Hacía mucho tiempo que no perdía los nervios de esta manera y salí corriendo hasta mi casa, a quitarme la ropa y a tumbarme en el sofá buscando calma… Este mundo de ingratos y vagos y burladores y sinvergüenzas me solivianta. ¿Cuál es mi meta?, ¿a quién y a qué me debo?, ¿por qué trabajo… si sé que el curro es mierda para sumar a la mierda y restarme? Y todo en un día que debiera haber sido redondo, con visita Ortega [incluidos su santa y uno de sus hermosos zagales], con entrañable llamada de Fernando R. De la Flor, con mi Joselín cargado de marisco caro para la cena y con Guille y Felipe besándome. Creo que voy a decidir estar reñido

La noche americana.

La tarde de ayer fue como la noche americana: una sombra de luz con grill al raso y olor a carne churrascadita. Yo le eché un rato a mi nuevo cuadro-palé [cuadro-pallet] y casi me cargo la vieja Mont Blanc que me acompaña en las salidas… merendola, sonrisas, partidilla de tenis con los críos, mosqueo de Felipe y luego besos, puteíllos a Antonio [viejo lobo del mismito Valero que siente terremotos], miradas a la abuela enfrascada en su añil melopea, guiñitos a Julina y ganas de jugar a ser feliz por un ratito. Se diría que estábamos en aquella USA sesenta de cine de verano y falditas de vuelo, de Coke con muchachas y de baile en la calle… pero ese paraíso solo existe en el cine [americano]… su verdad es de pobres, putas y vaqueros rechulos, de inmigrantes hispanos, de negros sin futuro y de landrias riquísimos con esa jodida e inaguantable cara de republicanos de culo lavado y cocorota repeinada. Pinté tranquilamente al fresco Palomares con interludios de justo sumiller y paradiñas de h