Amanecí tan nublado como el día, y demasiado temprano para ser sábado con el agravante de haberme pasado el viernes al raso rotulando un camión [llovía]. Quizás el gusanito de esperar esta mañana a Morante, que viene a verme después de un ni se sabe, me haya robado del siempre esperado sueño sabatino. Salí temprano de casa con el ardor guerrero de encender el primer cigarro, fiando en que PdeT tuviera abiertas sus puertas para hacer el acopio del tabaco necesario. ¡No!, el jodido PdeT estaba cerrado y el mono nicotinero empezó a hacer mella en forma de ansiedad. Solución urgente: pillé una colilla larga de anoche para hacer tiempo o para engañar al tiempo, que es y no es lo mismo. Salí a fumarme mi colillita a la puerta de la imprenta y miré mi coche con admiración: «¡Qué carro, Felipe, qué carro, el que querías...». Le di una vuelta mientras le echaba el humo y me percaté de que algún hijo de puta le había rayado el morro con inquina. Cosas de Béjar y cosas de todos los sitios. No me ...
Bitácora de Luis Felipe Comendador